El Lino Alonso que pocos conocieron

Ricardo Cabrera

Consultando una gran cantidad de escritos sobre Lino Alonso coinciden en la información sobre su trayectoria y su obra, pero de sus primeros pasos en el fútbol, y cómo se abrió camino desde su comunidad hasta llegar a donde llegó, es prácticamente nada lo que se ha escrito.

Por esa razón decidimos conversar con quien lo acompañó desde niño y en sus primeras aventuras futbolísticas, con su hermano mayor Odilo Alonso, quien nos contó algo de su niñez y juventud, y cómo desde el fútbol parroquial en La Candelaria, llegó a mantener por 8 temporadas con vida a su querido Galicia, Deportivo Galicia o Galicia Balompié, como fue conocido el cuadro gallego en esos años en que los hermanos Alonso, uno como presidente y jugador, y el otro como técnico y “todero”, lograron mantener en actividad profesional a este club.

Comenzamos por preguntarle cómo fue de jugador cuando pequeño.

“¿Como jugador?, ah, era un jugador demasiado corriente, y él jugó hasta juvenil nada más, ya no le daba para jugar en el nivel que exigía un equipo en esa categoría, no le dio para jugar en primera”.

-¿Qué posición jugaba?

“Jugaba de medio, él siempre fue un tipo pesado, con kilos demás, y encima tenía los pies planos, todo lo contrario a un jugador de fútbol, para ser sincero, tenía un pie muy educado, pateaba bien, pero eso fue lo único, nunca fue un jugador que se moviera bien en la cancha, porque era grueso, siempre fue así.

Recuerda que “las canchas del Fray Luis fueron siempre su cuartel general, allí pasaba la mayor parte de su tiempo, desde principios de los ochenta hasta entrado el 2 mil, compartiendo responsabilidades con Ezequiel Piñón”.

Sobre sus inicios como entrenador , recuerda que “Lino empezó con el fútbol en La Candelaria, nosotros éramos socios de la Hermandad Gallega y allí jugábamos, yo en inicios de los 70 jugaba ya con el equipo de primera de la Hermandad, y era infantil A creo, pero Lino no calificó, en una especie de Try out que se hizo en esos tiempos para integrar el principal equipo de la Hermandad, lino no pudo hacer el grado, porque no tenía la calidad suficiente para jugar con nosotros, no pudo integrar ese equipo”.

Sin embargo dice Odilo que “eso no lo desmotivó, él siguió en el fútbol, sobretodo por nuestro sector, en La Candelaria, donde seguía con El Coruñés y después con el Compostela, y esos fueron sus inicios en aquella época con esos equipos de primera distrital, que jugaban también en el Torneo Ibérico, pero también se fue involucrando en algunas canchas abiertas como la de Sebucán primero, el Germania o el Santo Tomás, se alternaba en el fútbol menor, con las escuelas y sus torneos como Lides o César Del Vecchio, y las categorías de los mayores, como primera distrital, primero con el Coruñés y después con el Compostela”.

Agrega Odilo que Lino “ya en esa época, a finales de los 70, y después en los 80 comenzó ya a trabajar más formalmente con el Colegio Santo Tomás de Villanueva, había tenido ya cierta experiencia, pero desde muy joven, porque él dirigió al Coruñés de primera siendo Lino juvenil”.

-¿También le tocó dirigir en el Torneo Ibérico? -le preguntamos-

“Fue al Torneo Ibérico con el Coruñés y el Compostela, yo fui refuerzo en el Ibérico de esos dos equipos, y llevábamos gente de la Universidad, la UCV, en la vieja cancha del Loyola y también en el Estadio Nacional, en el “Brígido”, yo jugué el Ibérico cuando no jugaba profesional, porque en esa época en el Torneo Ibérico no se permitía a los equipos reforzarse con jugadores del profesional, y en el profesional no aceptaban a jugadores del Ibérico, pero en los años 60 y a principios de los 70 si jugaban en el Ibérico muchos jugadores profesionales”.

-¿Cómo saltó Lino a dirigir en el fútbol profesional?

“Lino a principios de los años 80 logró conseguir una franquicia de segunda división, yo estaba con la UCV en segunda división, era presidente del equipo y jugador, y Lino logró, no sé cómo, una franquicia con un equipo que financiaban unos italianos, él estaba financiado por esos italianos que ahora mismo no recuerdo cómo se llamaban, cómo Lino los consiguió o cómo lo consiguieron a él, pero lo cierto es que él tuvo siempre a su grupo de jugadores, y tenían ese equipo que primero jugaron creo que en Distrito, jugaban incluso primero en Fuerte Tiuna, yo que sé, lo cierto es que él consigue la franquicia para un equipo de segunda, y entonces se hizo la Fundación Caracas Balompié para darle forma jurídica a la cuestión”.

Alega Odilo que cuando volvió a la palestra del fútbol profesional, el Galicia no sale como Galicia.

“El Caracas Balompié sale, y nosotros, bueno salimos a integrar el equipo, con la franquicia que logró conseguir Lino, arrancamos en la segunda división con el nombre de Caracas Balompié, y ¿qué fue lo que pasó?, que a continuación cambiamos el nombre, o sea, hubo un intercambio de nombres para que el Caracas de hoy en día, que en esa época no era Caracas, como nosotros teníamos el nombre de Caracas registrado en la Federación, entonces ellos aspiraban que no hubiera dos Caracas, ellos querían meter plata ahí y hacer un club grande que se llamara Caracas y representara a la afición y la ciudad, y no querían que otro se llamara también Caracas”.

Recuerda el informante que El Galicia desapareció unos años del fútbol profesional por problemas de deudas, pero gracias a Lino volvió a la palestra.

“Nosotros no tuvimos inconveniente, nos prometieron respetar y rescatar el nombre del Galicia, y así fue, porque el Galicia ya no estaba jugando hacía dos o tres años en el profesional, por la demanda que les metió Pedro Castro, y así fue que volvió a la palestra el Galicia, gracias a Lino Alonso, en una época en la que yo estuve apoyándolo de cerca, como presidente y como jugador, todo ese tiempo, menos en el último año del equipo, en el 93, porque ya yo me retiré como jugador en el 92 a los 37 años, pero seguí como presidente y apoyo económico del equipo, que estuvo un año más activo, y luego ya nos retiramos del todo, no pudimos sostenerlo más, por cansancio, por el tema económico y todo lo que significa el sostenimiento de un club”.

Recalca Odilo Alonso que “entonces Lino, que dirigió todo el tiempo al equipo, era el que conseguía a los jugadores, el que manejaba toda la parte logística del equipo y yo lo respaldaba como jugador, en la presidencia, y era el que financiaba al equipo, aunque a veces por mis relaciones, también le traía uno que otro jugador”.

Ratifica el informante que “así fue el aprendizaje de Lino en el fútbol grande, porque en el fútbol menor él ya estaba con todos los hierros con los equipos del Colegio y participando en las ligas de la época, César Del Vecchio y Lides”.

Continuando con su relato, nos señala Odilo cómo fue la llegada de Lino Alonso a las selecciones, primero a las de Distrito Federal, y después a las de la Federación Venezolana de Fútbol.

“También se le abrieron las puertas de las selecciones, fue llamado para ser seleccionador de Distrito Federal en campeonatos nacionales, y así fue creciendo rápidamente con todo, el Galicia en el fútbol profesional era una actividad en la que Lino no sacaba dinero, porque yo era el que pagaba y Lino se conformaba con lo que iba aprendiendo en el día a día, y con que yo financiara al equipo, para él eso era una pasión”.

Desde que se levantaba hasta que se acostaba, Lino Alonso respiraba fútbol.

“Tanto es así que estaba a tiempo completo con el fútbol, de lo que si puedes estar seguro, es que trabajaba de doce a quince horas diarias, de lunes a domingo, llámense como se llamen los equipos, en el fútbol, sea a nivel profesional, colegial o de selecciones, con los niños en las categorías del colegio y horas  y horas en las canchas del Fray Luís en Las Mercedes, trabajaba en el profesional diariamente entrenando al Galicia, iba los sábados a donde jugaran sus equipos menores en el Colegio, los domingos acompañaba al Galicia sea que jugara en Caracas, o en el interior del país, se las arreglaba con los entrenadores para que llevaran a los partidos a los niños cuando él no pudiera estar, y así él nunca dejó de trabajar en ese ambiente, todo el tiempo así”.

Y continúa Odilo afirmando que así fue que Lino Alonso “fue creciendo, fue trabajando en el fútbol menor, sobretodo cuando termina su ciclo con el Galicia, entonces es cuando ya se vincula con la Asociación y luego con la Federación en el tema se las selecciones de categorías menores, siguió creciendo hasta que llegó a ser entrenador de la Vinotinto en categorías juveniles y sub-23, asistente de Rafa Santana, y de ahí para adelante su actividad es tema conocido por todos. Lino no paró de crecer en lo que le gustaba tanto, desde los años 70 hasta que le llegó el momento de reunirse con el creador”.

Por Otra parte recuerda Odilo que “en su trabajo con el Santo Tomás, Lino apoyó a muchísimos jugadores para que lograran estudiar y jugar en los Estados Unidos con becas para las universidades de allá. Otra faceta que  se conoce de Lino, es su olfato para escoger a jugadores de calidad, que lo puso en práctica primeramente con el Galicia y luego en todo equipo o selección en la que trabajó, llegó a conocer todo el país y las más remotas canchas gracias a su labor de buscar talentos, como lo hizo en la época en que trabajó con Empresas Polar y los campamentos vinotintos”.

A manera de anécdota nos dice Odilo que Lino “era tan  bueno para descubrir jugadores, que me recuerdo de una vez en que agarró a varios jugadores de beisbol y los puso a jugar fútbol, y llegaron hasta a jugar en primera división, y uno de ellos jugó en el Deportivo Táchira, pero ninguno de ellos había jugado fútbol antes de que Lino los descubriera, como uno que llamaban jungano. Lino sacaba jugadores de debajo de las piedras”.

Para finalizar, cierra su comentario Odilo señalando que “primero lino estuvo formando jugadores, luego formó a entrenadores y por último terminó formando directivos, fue una persona que de sus manos salieron cantidades de personas relacionadas con el fútbol, entre tantos, conocía y siempre estaba en contacto con cada estado, y los conocía, futbolísticamente hablando, como nadie más, no creo que haya habido otra persona que haya estado tan vinculada tanto a los estados del interior del país, como Lino Alonso”.

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 Lino Alonso en Wikipedia

Queremos en este espacio rendirle un merecido homenaje al hombre que lo dio todo por el fútbol venezolano, quien a pesar de haber nacido en territorio gallego y venirse a nuestro país a los 13 años, acá se enamoró de nuestro balompié y lo defendió hasta su último día en este plano.

Acá colocaremos información de Wikipedia y notas escritas por sus amigos César Farías y Manuel Llorens, además de una entrevista a quien lo conoció mejor, su hermano Odilo, que nos ofrece esa información que no vimos en ninguna de las biografías que de Lino revisamos, de sus inicios, cuando no era para nada conocido. Vamos con el primero:

Revisando en la nube notamos que Lino Alonso tiene mucha información publicada, sobretodo recuentos de su vida y trayectoria, subidas a la nube después de su lamentable desaparición física, y en su gran mayoría tratan sobre su actividad al llegar al fútbol rentado con el Galicia, y de allí en adelante.

De todo lo revisado nos llamó poderosamente la atención que en Wikipedia hay una muy extensa y documentada información de Lino, con su biografía, su trayectoria deportiva y sus logros en el fútbol, por lo que nos tomamos la libertad de difundirla por acá en lo referente a su trayectoria:

Lino Enrique Alonso Pérez (Orense, España; 6 de junio de 1956-La Paz, Bolivia; 9 de abril de 2017) fue un entrenador de fútbol hispano-venezolano. Se destacó principalmente por formar jugadores y expandir la práctica del fútbol en Venezuela.

En 2012 fue galardonado por la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) por su importante trayectoria en el fútbol continental.

Trayectoria

Siempre vinculado a las categorías juveniles, Alonso llega a Venezuela con su familia a finales de los años 1960 y principio de los 1970, cuando Alonso contaba con 13 años de edad, para luego difundir la práctica del fútbol en esa nación. Fue entrenador graduado por el Colegio Nacional de Entrenadores de Venezuela, llegando a ocupar el cargo de Instructor Nacional.​

Lino entrenó durante la década de los 80 las categorías inferiores del Colegio Santo Tomás de Villanueva (Pre-Infantil B, Pre-Infantil A e Infantil C), con los que competía en dos ligas: Criollitos de Venezuela César del Vecchio y la LIEF (luego LIDE).

Empezó su carrera como entrenador en el fútbol aficionado, dirigiendo a varios clubes de la Asociación de Fútbol del Distrito Capital y de la Liga Nacional de Fútbol Menor, así como sus selecciones en diferentes campeonatos nacionales de menores. Dirigió en la Liga de Fútbol Profesional por ocho temporadas al Deportivo Galicia con el que fue campeón en dos ocasiones en Segunda División (1987-88 y 1991-92).

A principios de los 90 pasó a entrenar las categorías superiores del Colegio (Infantil B, Infantil A y Juvenil) y otros equipos de jugadores mayores que competían en ligas menores del fútbol profesional. Posteriormente la Federación Venezolana de Fútbol se hizo con sus servicios y procedió a dirigir a las selecciones sub-17 y sub-20 de Venezuela, a principios de 1994, además de colaborar con el seleccionador serbio Ratomir Dujković, quién para entonces dirigía a la selección de fútbol de Venezuela.

Con Dujković fue asistente en la Copa de las Américas Sub-23, disputado en Colombia en 1994, y en la eliminatoria para los Juegos Panamericanos de 1995. Además fue asistente de Rafael Santana en el Torneo Preolímpico Sudamericano Sub-23 de 1996 en Mar de Plata, Argentina.​

A partir del año 1995 y hasta el 2005, fue el responsable de las selecciones sub-15, sub-17, sub-20 y sub-23 de Venezuela en diversos torneos suramericanos, además de las participar en Juegos Odesur, Juegos Bolivarianos y Juegos Centroamericanos y del Caribe.​

En 1996, Alonso dirigió a la selección de fútbol de Venezuela en un amistoso en ante Bolivia logrando un empate sin goles. Igualmente fue técnico de la selección sub-21 de Venezuela que ganó el oro de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1998, celebrados en Maracaibo.​ También ganó Medalla de Plata en los Juegos Bolivarianos de 2005 y Odesur 1996, además Medalla de Bronce en los Bolivarianos de 1998 y 2001.

Posteriormente fue el encargado de dirigir al Carabobo FC en la temporada 2006-07 y lo clasificó a la Copa Suramericana. Luego fue llamado por César Farías como su asistente técnico en la vinotinto sub 20 y absoluta, donde se mantuvo hasta final de la eliminatoria mundial de Brasil 2014. Alonso igualmente se desempeñó como asistente técnico y acompañó a César Farías durante su trayectoria como entrenador en la selección de fútbol de Venezuela, Xolos de Tijuana de México, Cerro Porteño de Paraguay y The Strongest de Bolivia. También formó parte de la directiva del Zulia Fútbol Club como director deportivo.​

Falleció el domingo 9 de abril de 2017 en horas de la madrugada a causa de una neumonía.​ Para la fecha, Alonso se desempeñaba como asistente técnico del Director Técnico César Farías en el Club The Strongest de la Primera División de Bolivia, siendo una figura importante para que el equipo se alzara campeón del torneo local y lograra un promedio histórico en la Copa Libertadores.

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Lino Alonso, 1956-2017

Por Manuel Llorens | 14 de abril, 2017

“La vida es como una leyenda, lo que importa no es que sea larga, sino que sea buena”

Séneca

Lino siempre iba y venía. A menudo lo dejaba de ver por dos años y de pronto reaparecía, siempre sonreído, siempre con una nueva aventura que contar, con un proyecto que compartir. Temprano en mi vida me invitó a trabajar en el fútbol venezolano con la promesa de que ayudaríamos a transformarlo. Es de las pocas personas que conozco que entrenó en todos los niveles posibles, desde el fútbol infantil, hasta las selecciones nacionales y equipos profesionales en segunda y primera división, tanto en Venezuela como en México, Paraguay y, en su último destino, Bolivia, pasando por todos los niveles del fútbol colegial y el universitario, donde lo conocí entrenando al equipo de la UCAB.

Lino amó el fútbol en todas sus presentaciones. Jamás despreció un escenario. Veía en cada persona pateando un balón un potencial aliado, un correligionario. Supo aprovechar cada estadio de su carrera para acumular experiencias y recursos que luego utilizaría ante las exigencias del fútbol elite. Yo estaba apenas graduándome de psicólogo de la universidad y fascinado con la posibilidad de que mi recién adquirido oficio pudiese tener un lugar en el mundo del deporte que había llegado a pensar que tendría que dejar atrás como parte de la juventud de la que me iría desprendiendo. Lino me dijo que necesitaba un psicólogo para ayudarlo a traducir una cantidad de ideas que había desarrollado como entrenador pero que no sabía bien cómo expresarlas fuera del ámbito intuitivo. En esa época utilizó la universidad como la fuente para reclutar profesionales de distintas disciplinas para trabajar en el fútbol, convencido de que lo que ocurría en la cancha dependía de la colaboración de muchas voluntades. Reclutó periodistas, abogados, administradores, psicólogos, todos para ayudar a profesionalizar el deporte.

Cuando comencé a colaborar con él en la Selección Nacional Sub-17, por allá en 1994, me sorprendió la precariedad con la que trabajaban las selecciones juveniles del país. Pero de él jamás escuché un lamento ni una queja sino un razonamiento de cómo aprovechar cada detalle para sumar piezas a la formación de jugadores. Me aseguraba que a pesar de estar muy por detrás de los demás países sudamericanos y no contar con una décima parte de los recursos de nuestros rivales, iríamos avanzando hasta alcanzarlos. Era un visionario con un proyecto que a cualquiera en esos tiempos le hubiese parecido descabellado. Me pidió que revisara la historia de las selecciones juveniles. Era imposible pensar que estábamos como para ganarles a nuestros rivales todavía, teníamos que empezar por ganarnos a nosotros mismos, superando los números del pasado.

Si bien invitaba al sueño de transformar el fútbol, siempre fuimos escalón por escalón, sabiendo que había que superar muchos obstáculos, sobre todo por la falta de canchas, ligas, escuelas, entrenadores, inversión. Como cada una de esas piezas era esencial para hacernos competitivos, se dedicó a desarrollar cada una de ellas. Lo vi recorrer el país apoyando iniciativas locales, animando a escuelas en pueblitos, reclutando entrenadores jóvenes, tendiendo puentes con inversores a quienes animó a colaborar con la construcción de una cancha o donando unos uniformes. Un ejemplo de eso fue su contribución al diseño de los campamentos Polar, iniciativa comercial que le permitió recorrer el país viendo miles de jugadores juveniles en poco tiempo. Estrategia que recibió elogios internacionales por su magnitud.

Con esa primera selección sub-17 recorrimos los pueblitos de Aragua. Recuerdo que fuimos a uno llamado La Pica para hacer un partido amistoso. No tenían cancha de fútbol y por eso jugamos en la de beisbol acondicionada. Cuando nuestros jugadores juveniles se bajaron del autobús destartalado en que andábamos y vieron la cancha improvisada en el outfield, comenzaron a echar chistes y bromear. Ciertamente a veces era difícil tomarnos en serio a nosotros mismos, dado lo fuera de lugar de nuestro proyecto. Éramos un circo andante que no mucha gente le entusiasmaba ir a ver. Lino se molestó, nos llevó al dugout donde habían colocado un desayuno para recibirnos y nos mostró como cada esquina del campo estaba cuidadosamente arreglada. “Si no saben apreciar lo que la visita de ustedes representa para la gente de este pueblo”, nos arengó, “si no pueden agradecer estos gestos que seguramente con mucho esfuerzo hacen en sitios apartados como éste para atender a los jugadores de la Selección Nacional, entonces no merecen estar en ella, porque no entienden qué significa ponerse esta camiseta”. Lino tuvo siempre claro que la grandeza de la selección no estaba en el mercadeo o la parafernalia que ahora la acompaña, sino en la dignidad de los integrantes, en el trabajo acumulado para llegar hasta allí. Esa claridad lo ayudó a no deslumbrarse en ningún escenario, y saber que hay algo esencialmente similar entre el niño que corre tras el balón en el patio de su recreo y el jugador consagrado que coloca el balón en el punto de penalti ante un estadio repleto.

En 1998 ya habíamos crecido, obteniendo algunos primeros resultados exitosos, como el pasar por primera vez en la historia a una segunda vuelta en el Sudamericano Sub-20 de 1997 en Chile. Ese mismo grupo sirvió de base para preparar los Juegos Centroamericanos a celebrarse en Maracaibo. Sentíamos que empezábamos a tener un equipo de nivel profesional. Arrasamos con el campeonato, ganando siete de siete partidos. Allí Lino probó una fórmula extravagante. A él le encantaba examinar los problemas desde el ángulo menos obvio. Le fascinaban los argumentos contra-intuitivos, sorprender a la audiencia con una genialidad imprevista. Dejar a todos dudando de si su conclusión era un descubrimiento brillante o un chiste.

Muchas veces pasó desapercibido, no le importaba que lo subestimaran: ‘el gallego rústico, que se la pasa observando, pero habla como bromeando’. Y de pronto te señalaba algo que estaba frente a tus narices para dejarte deslumbrado porque no lo hubieras descubierto sin su observación.

El equipo que llevamos a ese campeonato tenía a delanteros de gran nivel: Daniel ‘‘Cari-Cari’’ Noriega, Alexander Rondón, Christian Cásseres, Fernando ‘‘Chito’’ Martínez y Edwin Quilaguri. Contra el lugar común futbolístico que reza que alineación ganadora repite, Lino decidió rotarlos de manera que ninguno jugara dos partidos seguidos, sin importar si les hubiese ido bien o mal en el partido anterior. Su lógica era que, siendo todos de gran nivel, la competencia interna los impulsaría a enfrentar cada partido como una oportunidad para demostrar que eran el titular indiscutible y así jugarían siempre con intensidad. A mí me tocaba contener la frustración de los que se quedaban en la banca. Ganamos siete partidos en fila e hicimos 29 goles. Disputamos la final contra Méjico quien ganaba uno a cero hasta el minuto 78. En los últimos doce minutos hicimos tres goles.

Con ese equipo compartimos mucho tiempo montados en un autobús. Nos aprendimos, a punta de repetición, las canciones juveniles de la época que los jugadores colocaban, especialmente Sandy Papo. Como Lino sacaba de cada detalle algo para el entrenamiento, el grito de guerra, cuando todos estaban exhaustos, pasó a ser: “No pare, sigue, sigue”. El tecno-merengue a favor de la causa.

El año pasado me volvió a llamar. Tenía tres años sin trabajar con él y con César Farías luego de salir de nuestro paso por la Selección Nacional. Me contó emocionado que el equipo con que habían empezado a trabajar por alguna combinación de azares, el Strongest de Bolivia, era genial. La experiencia en la Selección Nacional de 2007 a 2013 había sido maravillosa. Había pensado que culminaba veinte años de trabajo en la cima, aprovechando todo lo que habíamos sembrado en los jugadores juveniles, ahora en el nivel más alto de competencia. El crecimiento por ejemplo, de Tomás Rincón, era un orgullo para Lino, quien lo conocía desde muy pequeño y lo había acompañado a él y a su familia a través de circunstancias muy duras como fue la muerte de la mamá de Tomás a muy temprana edad. Lino conocía la vida familiar de muchos de los jugadores que desarrolló. Se mantuvo en contacto y siguió siendo consejero de muchos de ellos. Después de la Selección Lino, junto a César siguió creciendo, trabajaron en el fútbol mejicano y luego en el paraguayo. En el camino también montaron el campeón más reciente de la Liga Venezolana, el Zulia F.C. La historia por cierto, de cómo ayudó a diseñar un equipo campeón con la plantilla más barata de la liga, merece ser contada con detalle, pero será en otra ocasión.

Como tantas otras veces en el pasado, no lo dudé, las invitaciones de Lino siempre estuvieron llenas de aventura. El primer día en la pretemporada a la que llegué en Lima, me sorprendí al ver a César y Lino hablando con los jugadores como tantas veces los había escuchado hablar. Esta vez con jugadores profesionales de otro país. Lo que le decían, parecido a lo que tantas veces acompañé, era absorbido con atención. Luego vi cómo pasaban a ejecutarlo con facilidad. Sin duda parecía un terreno abonado para las ideas que a través de los años, como equipo de W, fuimos desarrollando. Lo que veinte años atrás parecía una extravagancia, colocado en el marco del fútbol de elite internacional, era potente y casi refinado.

Lino tenía una frase cuando lo cuestionaban: “Bueno, claro, normales, así normales, no somos”. Queriendo decir, que reconocía algo de la locura que nos guiaba. Pero viéndolos interactuar con tanta fluidez con ese grupo de jugadores, después de tres años sin verlos trabajar, fue como escuchar una sinfonía perfectamente ejecutada. Había locura, pero la locura tenía método. Ganar el campeonato boliviano el año pasado fue una gran alegría. Fue ver la evolución de nuestras habilidades y la cristalización de muchas ideas. Le comenté a César que me alegraba por Lino y por él, que tanto trabajo han acumulado, verlos recibir el reconocimiento merecido.

Esta vez Lino se fue y no vendrá más. Es una pérdida irrecuperable para el país futbolístico y también para mi vida. Perdí quien una vez fue mi jefe, luego mi mentor y de unos años para acá, uno de mis grandes amigos. Lino me recordaba al personaje de la película de Tim Burton, Big Fish. Un personaje quijotesco, lleno de historias increíbles y afectos contagiosos. El crecimiento espectacular que tuvo el fútbol venezolano estos últimos veinte años no hubiese sido posible sin él. Además de ese gran legado, sus cuentos y actos de generosidad serán recordados en los muchos rincones del país que frecuentó. Estaba tan lleno de vida, cultivó tanto la amistad y la aventura, que es difícil imaginarlo en otro plano. Quizás la despedida más acorde es la que leí en el chat de los jugadores de la selección campeona de los Centroamericanos, que aún siguen unidos. Al gran Lino Alonso, medio en serio y medio en broma, como todos sus mensajes cifrados, donde sea que ahora esté: “No pare, sigue, sigue”…

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¡Fue un placer, Lino Alonso!

Por Braulio Polanco / Maracaibo / noticias@laverdad.com

El fútbol venezolano ha perdido un poco de brillo. Ayer se pudo conocer la muerte del emblemático entrenador venezolano Lino Alonso (61 años), a causa de una neumonía que sufrió en Bolivia, donde se encontraba actualmente desempeñándose como asistente técnico de César Farías en el The Strongest.

Alonso, oriundo de la población gallega Orense, fue un destacado formador de talentos vinotintos, pues dirigió distintas categorías menores de la selección durante toda su carrera. También se le recuerda por haber comandado al equipo que consiguió la segunda medalla de oro en la historia del país en unos Juegos Centroamericanos y del Caribe. Fue el 21 de agosto de 1998 en el José Encarnación “Pachencho” Romero. La Vinotinto venció 3 a 1 a México ante 30 mil personas, con un equipo donde figuraban nombres como Renny Vega, Leopoldo Jiménez, Jorge “Zurdo” Rojas y Daniel “Cari Cari” Noriega.

Asimismo, Lino Alonso fue asistente técnico de César Farías durante su etapa como entrenador de Venezuela. Además ayudó a comandar el renacer del Zulia FC, que consiguió en 2016 un doblete histórico y la clasificación a su primera Copa Libertadores de América.

Diferentes personalidades del mundo futbolístico se pronunciaron con respecto al deceso del “Profe”. Entre ellos, Farías quien no dudó en afirmar que: “Se fue el más grande. Se fue la piedra angular de todo”.

Por su parte, el técnico de la Vinotinto, Rafael Dudamel, utilizó su cuenta de Twitter para expresar su dolor por la partida del “Tigre”, como se le conocía cariñosamente a Alonso. “Se fue un gran formador de futbolistas, pero sobre todo un gran ser humano”, escribió.

“Fueron muchas las experiencias junto a Lino, aquellas épocas duras, de viajes por tierra y de un fútbol en precarias condiciones. Lino siempre optimista y positivo con su don de formador, paciente, podía sacar el mejor entusiasmo a cada situación”, añadió.

En algún momento, Alonso fue condecorado por la Confederación Suramericana de Fútbol por su trayectoria en el fútbol continental. Quizás ese reconocimiento sirva un poco para entender lo grande e importante que fue este estratega para el fútbol en el país. Descansa en paz, profe.

“Fueron muchas las experiencias junto a Lino, aquellas época duras, de viajes por tierra y de un fútbol en precarias condiciones. Lino siempre optimista y positivo”

Rafael Dudamel

“Se fue el más grande. Se fue la piedra angular de todo”

César Farías

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Lino Alonso:

Líder y Formador Hasta la Eternidad

Por Comunicaciones Zulia Fútbol Club/9 Abril, 2017

El fútbol venezolano y sudamericano lloran su partida. El cielo recibe con pleno júbilo a un hacedor de futbolistas por excelencia, el formador del balompié criollo por antonomasia. Un líder, un maestro, un obseso de la pelota, que dedicó su vida entera al Deporte Rey. Reconocido por su afanosa labor en el descubrimiento del talento local, por muy recóndito que este se encontrase, y su posterior aprovechamiento para la consecución de los primeros grandes logros del fútbol en Venezuela, Lino Enrique Alonso Pérez,  nacido en Orense, Galicia, el 6 de junio de 1956,  fue uno de los principales artífices de despojarle a la Vinotinto su categorización de “cenicienta” dentro del continente americano.

Venezolano como el que más, pese a nunca haber perdido ni un ápice de su muy particular acento, ni haber consumado su nacionalización, Alonso fue un hombre de principios y convicciones firmes, influenciador universal, cuyo legado trasciende a toda clase de entendimiento para las precedentes y posteriores generaciones. “Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma”, decía el escritor y poeta irlandés Oscar Wilde. Sin duda alguna, el Profesor Alonso transformó vidas y tocó a muchas personas a su paso, a través de su indiscutido liderazgo. La gloria deportiva vivida no se compara con la gloria eterna que le aguarda, ocupando un sitial de honor en el Olimpo del deporte en Venezuela.

Entre sus lauros más sonados como DT destaca el cetro del Campeonato Centroamericano y del Caribe de 1998 en el “Pachencho” Romero. Además de conducir a una generación que marcó época, se erigió como el único estratega de la Selección Nacional en toda su historia en acabar un torneo invicto, con una soberbia cifra de 29 goles en seis compromisos, todos contados por victoria.

Max Webber, filósofo alemán, decía que “el poder es la posibilidad de imponer la voluntad de uno sobre la conducta de otros”. La inyección del gen ganador en el ADN de los jugadores patrios no se entiende sin el aporte del gran Lino. Cambió el verbo “competir” por “trascender”, ubicándose a las puertas de los primeros Mundiales de las categorías Sub-20  -en el Sudamericano de 1997 en Chile quedó a dos puntos- y Sub 17 -en el Sudamericano de 2001 en Perú quedó a un solo gol-.

Líder de un semillero inagotable

Más allá del Centroamericano de 1998, único título para una selección nacional masculina junto al de 1982, la principal medalla que se le cuelga a Don Lino radica en su capacidad de trabajar con las categorías menores. Por ser pionero en la planificación, en el trabajo metódico y estructurado en el fútbol menor para dar el primer gran salto en la formación de futbolistas jóvenes en el país. Instaló a Venezuela por vez primera en territorio inexplorado: en las rondas finales de los citados campeonatos Sub-20 (1997) y Sub-17 (2001). Su última presentación como timonel de las inferiores del combinado patrio fue en 2009, al mando de la Sub-15, en Bolivia, justamente la nación en la que ha dado su doloroso “hasta pronto”.

Su romanticismo por el fútbol fue lo que le hizo llegar a donde otros no pudieron. Incansable como muy pocos, recorrería miles de kilómetros en horas interminables de autobús para encontrar el talento oculto, en canchas enclavadas en los confines del territorio nacional, en sitios remotos en los que nunca nadie imaginó hallar la semilla futbolística nacional que hoy día florece sin cesar.

Con las Selecciones Nacionales de Menores en lo macro de su intachable trayectoria, su impacto como formador también se reconoce en instituciones como el Fray Luis y el Santo Tomás de Villanueva, en Caracas. Alonso también pasó por clubes criollos como el Galicia en los 90, y el Carabobo FC, con el que logró clasificarse a la Copa Sudamericana a mediados de la década pasada.

Este ejemplar gallego, sagaz, de carácter recio y dueño de un agudo sentido del humor, mantenía la supervisión del programa de desarrollo del Zulia Fútbol Club, institución de la que fue partícipe vital de su salto de calidad cuántico en los últimos dos años, y asistía a César Farías, para quien siempre representó un padre futbolístico, en el The Strongest de Bolivia, equipo con el que se tituló en 2016.

Junto con Farías vivió los mejores pasajes de la Vinotinto de mayores, incluyendo el recordado cuarto lugar de la Copa América 2011, siendo más que su mano derecha, un guía en todos los ámbitos. Si de Selección de Mayores se trata, Alonso también llegó a dirigir un cotejo oficial de la Selección Adulta, en 1995, ante Bolivia, un país que, por coincidencia o no, une varias aristas de su estrella.

Es difícil encontrar una persona que haya entregado más al fútbol nacional, de manera tan efectiva como camaleónica. Entrenador, formador o dirigente, Alonso siempre encontraba la palabra justa, el consejo preciso, siempre con carácter, dejando enseñanzas significativas. Fue el padre de cientos de jugadores venezolanos que brillaron y brillan, Juan Arango entre los más destacados.

Todos ellos le recuerdan con cariño, con el apodo de “Tigre”, tal como él solía llamarles siempre, quizá consciente que cada tigre resulta único por el patrón de sus rayas, como únicas son las cualidades de un futbolista dentro del campo.

El periodista zuliano Humberto Perozo Suárez, en una entrevista publicada en 2012, desnudaba parte de la filosofía de trabajo de Alonso. “Siempre trabajé con una esperanza, con un optimismo. Aquellos momentos no nos dejaron cicatrices, sino cosas positivas, veo que cada vez podemos incorporar más recursos, optimización. Ahora los escenarios están más cerca de la población; no hay que atravesar la ciudad, cualquiera puede entrenar en canchas de grama artificial, todos sin distinción, se abren escuelas… yo estoy muy contento”, expresó.

Su valorable contribución llevó a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) a otorgar un reconocimiento a su carrera en 2012, cuando ejercía como Director de Desarrollo de la Federación Venezolana de Fútbol.

La irreparable partida de Alonso no ha dejado indiferente a ninguno. En nombre de los futbolistas criollos, el propio Arango ha sido uno de los que le ha despedido públicamente: “El futbol venezolano y cada uno de sus jugadores, tanto los que juegan en el fútbol local como los que están afuera, tenemos un agradecimiento hacia ti porque creíste en nosotros”, dijo el capitán de Zulia FC. Hoy el fútbol nacional, y particularmente el Zulia Fútbol Club, viven un profundo duelo por su inesperado adiós… ¡Vuela alto, como tu espíritu, Profesor Lino

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Desde mi Arquería

¡Para Don Lino Alonso!

Por César Farías, Abril 11, 2017

Hoy después de unos días muy conmovidos, de haber perdido entre mis brazos a un ser humano maravilloso, de perder a un genuino visionario con un don especial de enseñar a todo el que se le acercaba como dijo el gran capitán de The Strongest, Pablo Escobar: “Todo el que se le acercó al profe Lino se llevó una enseñanza del tema que fuese, desde el fútbol hasta el tema más complejo”.

Mi hijo varón, Jesús Alejandro, me dijo: “Papá.. Él no se va, está entre todos nosotros, dejó un grandísimo y especial legado, nos va a proteger como siempre”.

Y es que Lino sabía ser de la edad que necesitaba en cada momento, si tenía que ser un niño lo era, si tenía que ser un joven lo era, si tenía que ser el hombre sabio también lo era. Lino era hermano, amigo, padre y abuelo, sabía interpretar y ejemplificar en todas las facetas; siempre tenía una palabra de esperanza.

Me dijo Edixon Cuevas: “César… no hay personas indispensables en la vida pero si podemos llegar a ser personas inolvidables y él es un gran inolvidable”.

En una pasada por Lima hace un año atrás con Cerro Porteño para jugar Copa Libertadores contra Santa Fe de Bogotá, conocimos a un par de jóvenes aragüeños, ambos preparadores físicos que trabajaban en el Sports Boys del Callao, nos sorprendimos ambos y le dije: “¿Lino, cómo hicieron estos jóvenes siendo venezolanos para poder llegar acá sin la ayuda de nadie? Hay que meterle la lupa y ayudarlos”. Inmediatamente, Lino empezó a tutorearlos y Nehomar llegó a dirigir al Sport Boys del Callao y hoy día trabaja en la Federación Peruana. Él me escribió: “El profe Lino era un libro abierto de esos libros que te van atrapando y nunca terminan”.

Renny Vega me escribió: “César, muchísimos fuimos y somos gracias a lo que hizo El Tigre. Nos dejó un gran legado ahora te toca a ti”. Y yo te respondo: Renny ahora nos toca a todos los que pudimos disfrutar de sus enseñanzas y experiencia de ese ser humano bondadoso, integro, que sabía ser el maestro, que sabía ser el asesor pero que a su vez sabía acatar una orden y cumplirla, un hombre disciplinado con sus convicciones futbolísticas y humanas, un personaje dentro y fuera del fútbol.

Don Lino Alonso me llevó a Río de Janeiro por más de un mes en el año 96 para hacer un curso FIFA y pasantías por todos los clubes cariocas, estando en CBF nos reunimos con Enio Farías campeón del mundo con Zagalo, con Toniño Barroso, técnico de la sub 20 y Everaldo Ruiz, técnico de la sub 17 brasilera, gran parte del Staff de CBF, y todos ellos hablaban con Lino con muchísima admiración y respeto, yo solo escuchaba y guardaba conocimiento.

Me sorprendió como trataban a Lino, no era el “Gordo salchichero” que decían algunos en Caracas, era Don Lino, una eminencia en la formación del fútbol y esa escena se repetía por toda Suramérica.

Con el gordo Púa de Uruguay, con Pekerman de Argentina, con Maturana y Lara de Colombia, entre otros muchos entrenadores y dirigentes del fútbol suramericano, fue siempre querido y reconocido por todo el que lo conoció, fue realmente recordado por cada institución qué pasó.

Jorge Hank y Nacho Palou de Xolos de Tijuana me llamaron para decirme lo mucho que lo querían.

En la puerta de la funeraria donde lo velamos en La Paz, Don César Salinas, me dijo: “En tan poco tiempo era mi amigo y me enseñó tanto que no lo puedo explicar con palabras. Por favor, permíteme que haga un agradecimiento yo puedo hacer todo lo que corresponde en Bolivia para honrar su nombre”.

Me escribió Rafael Esquivel después de muchísimo tiempo de no comunicarme con él y me dijo: “Se fue mi mayor consejero futbolístico, se fue el constructor de todos los resultados que se obtuvieron en los comienzos”.

Eso me hizo acordar que estando en Tijuana me llamo el propio Esquivel para saludarme y me dijo: “César, Lino es un hombre con una altísima lealtad te quiere, te adora y nadie te va ser tan fiel como él”.

Tanta verdad en las palabras de Rafael, que hoy quiere que Lino esté en el lugar más excelente que pueda existir y algún día poder estar nuevamente con él.

Aprovecho a los dos para agradecerles permitirme ser el director técnico nacional de nuestra amada Vinotinto, que para mí fue un honor inigualable para un entrenador.

Me tocó el placer de recorrer muchos lugares del mundo con Lino, ir a Japón dos veces, ir a Egipto, España, el Líbano a Turquía, ir por toda América, de norte a sur; disfrutar con él desde el más humilde “sanduchito o la empanadita” que le encantaba, para luego caminar y poder estar en los estadios más modernos del mundo.

Qué placer Don Lino, qué placer levantarme en la mañana y verte sentado en el mueble de mi casa esperándome para salir al entrenamiento con tu sonrisa característica para afrontar los días como siempre quisiste que los afrontáramos.

Como me dijiste la primera vez que te pregunté: “Cuanto tiempo tengo que estar en Nueva Cádiz y Zulianos?”. Me respondiste: “César hasta ahora todo te ha sonreído, saliste campeón de la sub 20 invicto dos veces, estuviste 44 partidos invictos, saliste campeón dos veces de la segunda y ascendieron. Tú todavía no conoces la dificultad deportiva, no sabes lo que es perder 4 o 5 partidos consecutivos y vivir al filo de la navaja. Cuándo te toque eso, vas a poder rodar por distintos lugares”.

Por qué entendimos con hechos contundentes en aquel inolvidable 2004 con la Copa Libertadores del Deportivo Táchira que la palabra: “Trabajo”, no es más que un recurso que tenemos como argumento en esta vida. Que luego en el Gran Zulia, hace algunos meses, certificamos eso del trabajo, siempre bajo tu tutela capaz y determinante.

También recuerdo aquella vez en la que Rafa Santana te reconoció en el IND, que habías estado en todos los grandes momentos del fútbol venezolano. Rafa a su estilo como siempre, te dijo: “Gordo, has estado en todas los logros de las selecciones nacionales. Estuviste en el Sub 20 de Mar del Plata y también en el de Chile, en el Sub 17 de Perú, el mundial juvenil Sub 20 de Egipto, en la gran Copa América 2011 y en dos eliminatorias de mayores donde olíamos el mundial”. En vida se te reconoció.

Cuanta verdad en tus palabras Lino, hoy en este 2017 que siento con total firmeza que me empiezo hacer un entrenador de verdad te me fuiste, tal vez sentías que ya podía caminar sin ti, ojalá que pueda honrar tu nombre, tus predicciones y que más allá de estos últimos 10 años en alto nivel que tuvimos, creo que te sigo debiendo cosas, como ir un mundial de mayores, de jugar una final continental, esos minutos que nos faltaron para pasar la semifinal de Concachampions, esos dos puntitos que se nos esquivaron para llegar a Sudáfrica, por mi parte te reitero que voy a seguir insistiendo Don Lino, contra lo que me toque batallar, se que va hacer difícil sin ti, que cuando mire al banco para buscar respaldo y no estés, que cuando este solo, con Johanna y los perros, va a estar tu silla vacía, que cuando necesite discutir con alguien no vas a estar ahí, creo que eso va hacer lo más duro del camino, no tener a quien decirle: “¡Cuídate! ¡Deja de comer así! ¡No comas postres se te va a subir el azúcar!

Pero como siempre hablamos no voy a desistir, como en el torneo anterior con un club que tiene tus colores y tú mismo apodo de “Tigre”, en un país de gente maravillosa que te quiere y respeta, que te recuerdan de tantos torneos juveniles.

Lino, vuela alto muy alto, consíguete con Miguel Acosta y el viejo Cata Roque; sigan rompiéndose la cabeza para seguir haciendo crecer el fútbol venezolano y boliviano, que nosotros seguiremos su legado y sabemos que tenemos una responsabilidad de mantener vivo tus sueños y ojalá la vida me de la fuerza de que algún estadio importante de este país o el Centro de Alto Rendimiento que tanto influiste en que se hiciera de forma interna en la federación, podamos lograr que lleve tu nombre y se reconozca un poco por lo que dedicaste tu vida.

La muerte se ha hecho un trance común. Impacta cada vez menos. Antes, el duelo era un ritual que obligaba a aplicar formas de vida por cierto tiempo para demostrar que había sucedido algo contundente en las familias.

Hoy no es más que decir adiós con el dolor y lamento correspondientes pero sin detenernos. Es que todo ha cambiado.

Son tantas las cosas que quiero decir y no encuentro espacio para trasmitir tantos momentos compartidos, te prometo públicamente que tus hijos no están solos y que cada una de esas vivencias en el momento que pueda, se las voy a contar a ellos y a muchos de tus hijos putativos.

¡Grande maestro, grande…! No quisiera despedirme nunca, pero la vida es así.

Descansa en paz, que nosotros seguimos el camino que marcaste.

César Farías

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Desde mi Arquería

El último rugido de Lino Alonso

Por Kiko Perozo, abril 09, 2017

Tenía una certeza felina al momento de ir por su objetivo. Primero pensaba, analizaba, meditaba con la sabiduría de un viejo general. Pero al momento de llegar a su meta era directo y preciso, daba el zarpazo. El fútbol venezolano le estará agradecido eternamente a Lino Alonso. El “Tigre” dio su último rugido.

El gran formador del balompié nacional falleció la madrugada de este domingo en La Paz, Bolivia, donde asistía a su hijo deportivo y amigo César Farías en The Strongest. El gallego, de 60 años, sufrió un infarto luego del partido ganado por su club al Sport Boys de Warnes.

“Se fue el más grande. La piedra angular de todo”, manifestó Farías, en medio de su conmoción, al Diario Panorama. El sucrense lo tuvo como mano derecha en la selección entre 2008 y 2013, luego en Xolos de Tijuana, Cerro Porteño de Paraguay y en The Strongest, además de la presidencia del Zulia FC.

Explicó a este diario el periodista Walter Roque, miembro del cuerpo técnico de Farías en el club paceño, que Alonso estuvo durante la semana sometiéndose a nebulizaciones en una clínica en la capital boliviana.

“Tenía una fuerte tos, por lo que estuvo tratándose, pero dirigió el partido contra Warnes desde el banco (Farías, suspendido, se encontraba en la tribuna; The Strongest ganó 1-0), se le notaba fuerte, sin problemas. Luego de volver a la residencia, sufrió el infarto. La ambulancia llegó en ocho minutos, pero ya había fallecido”, señaló Roque.

Alonso, nacido en la localidad gallega de Orense en 1956, dirigió a la selección venezolana absoluta en 1995, dedicándose luego a las categorías juveniles. Formó a futbolistas como Juan Arango, Rafael Dudamel, Tomás Rincón y Ricardo David Páez, entre otros.

El logro de mayor renombre fue la medalla de oro de los Centroamericanos de 1998 en Maracaibo, en el que comandó a una generación brillante con jugadores como Cristian Cásseres y Daniel “Cari Cari” Noriega.

No obstante, por encima de sus triunfos, sus pupilos destacaron su calidad como ser humano y su disciplina.

“El fútbol venezolano y cada uno de los jugadores (…) tenemos un agradecimiento hacia ti porque creíste en nosotros”, señaló Arango en su cuenta de Instagram.

Grenddy Perozo se encontraba en el último partido de Alonso. El defensor zuliano de Sport Boys de Warnes afirmó a este diario: “Es increíble, ayer (el sábado) lo miraba en el banco, la semana anterior coincidimos en un aeropuerto. Es increíble. Me desperté con esta triste noticia. Es un golpe duro, lo conocí desde que yo tenía 15 años. Muchas enseñanzas. Se nos fue el ‘Tigre”.

En 2012 analizaba para este rotativo Alonso, el sembrador de futbolistas: “El jugador venezolano tiene una actitud permanente dentro del juego, no es casi estático, el venezolano se mueve, es inquieto. Nunca está en el mismo sitio, hurga. En el juego está así. Antes teníamos menos buenos jugadores, menos participantes en las menores. El jugador se traía entre lo que veías, ahora vienen, hay que esperarlos, hay que estar preparados para recibirlos y poder encaminarlos”.