Wilmer Segovia El Caballero de La Vinotinto, Caracas y Minerven !!!

*Hoy por hoy es uno de los entrenadores con más humanidad y sensibilidad del fútbol venezolano, junto a su amigo Ceferino Bencomo.

*Es el patriarca de una de las dinastías más importantes del fútbol de Aragua, «Los Segovia» de La Pica.

Por Gabo Capriles

Lo primero que irradia Wilmer Segovia es su don de gente.

Es un ejemplo vivo de superación personal que nunca olvidó a La Pica en Palo Negro, su  barrio humilde del municipio Libertador donde actualmente desarrolla una labor futbolística transformadora, con la escuela Segovia Catia con más de 200 niños futbolistas, y un equipo de trabajo conformado por sus hermanos, grandes ex jugadores y hoy profesores en el fútbol base.

Podría definir a Wilmer Segovia como uno de los más importantes humanizadores del fútbol menor en Venezuela junto a su aliado y amigo Ceferino Bencomo con El Catia FC.

Segovia tuvo la consideración de tratar de no olvidar a quienes lo ayudaron a convertirse en un buen futbolista y la persona caballerosa, amable y tolerante que es hoy en día.

Es un ser humano  muy agradecido  con Dios y con quiénes lo ayudaron y aconsejaron.

Como jugador  fue un central, recio y combativo  pero igualmente muy técnico que sabía salir jugando con tranquilidad.

Proveniente  de las canteras de Aragua, ejemplo para los niños y jóvenes de Venezuela.

A continuación su historia:

-¿Dónde iniciaste a jugar fútbol?

«Me inicié en  La  Pica  Palo Negro, como todo niño humilde jugando en el potrero en las calles y un poco influenciado por lo que uno escuchaba de la fiebre que había en  Maracay por los Mundiales. Poníamos arquitos con piedra y jugábamos hasta altas horas de la noche, éramos felices sin tener nada…»

-¿Cómo era la formación (entrenamientos, preparación) en esa época?

» Nada que ver con los adelantos de ahora nosotros corríamos  en grupo imitando a los equipos de la época, y después jugamos caimaneras con pocos balones  “viejitos” que le sacamos «la chicha» hasta que se desinflaban y era difícil conseguir otros, hubo muchos momentos en que tuvimos una sola pelota».

-¿Qué entrenadores tuviste en esa época?.

«Omar Cubillán Ávila, Darío Lizcano, Jairo  Castellanos, Wilfredo Machado y Víctor «Vitico»  Rodríguez que  me guiaron en mis primeros pasos, fue allí donde  empecé a ver al fútbol en otra dimensión y más ordenadamente».

-¿El salto al futbol profesional?.

«Con 15 años, estando yo con la selección de Aragua en Valencia, me observó Iván «Tiburón» García, que en paz descanse, mi técnico era Vitico Rodríguez, y recuerdo que esa selección era muy competitiva, ganamos durante dos años consecutivos, 1982 y 1984, aunque también perdimos en los juegos nacionales juveniles que tú Gabo cubriste para el periódico ’El Siglo’, como bien recuerdo”. Allí estaban Jesús «Surri» Cortéz, Emilio Rodríguez, Leonardo Flores, Henry Torrealba, Henry «Cachete» Lovera, Douglas León en la portería, y muchos otros”.

Recuerda que “mi primer equipo fue el Caracas Fútbol Club, gracias al profesor Manuel Plasencia y a Luis Alfredo Mendoza, quienes vieron en mí que podía jugar arriba y así fue».

-¿Con cuales equipos jugaste?

“En amateur, con La Pica y Correcaminos del desaparecido Víctor Peña. Fui a la preselección nacional y de ahí no pare más nunca, hice  casi toda mi carrera en el Caracas FC, y si tú te pones a detallar, fui un jugador de pocos clubes, después del Caracas estuve en El Minerven,  regresé al Caracas de nuevo, volví al Minerven y finalmente terminé en el Galicia ya lesionado,  fracturado, con una temporada más. Siempre me manejé con ecuanimidad y quizás eso me permitió tener buenas relaciones con estas organizaciones, y no salté de equipo en equipo».

-¿Cómo era la Primera División en ese momento?

«Fuerte y muy competitiva, había una generación de jugadores de gran talento y mucha clase,  aún habían importados pero fue la etapa en la cual el fútbol nacional sacó jugadores de todos los rincones del país con una gran calidad, eso fue creando con el paso del tiempo grandes rivalidades como el clásico Caracas vs Táchira, yo creo que me tocó jugar una de las épocas más dinámicas del balompié venezolano, y más adelante saldrían jugadores que finalmente se convirtieron en material de exportación, como como el aragüeño Juan Arango, que fue uno de los pioneros de esta explosión de venezolanos que hoy militan en el exterior”.

-¿Contra qué estrellas de la época jugaste? y con quien compartiste  en el mismo equipo?

«Jugué en contra de Itamar, Cafuringa, ambos brasileños, ante el chileno Iván Zamorano,  «El Principito» Rubén Sosa, Silas, y en el mismo equipo con Villarroel «El Villa”, que jugó en el Cosmos de Nueva York, el peruano Máximo Reyes, el argentino Genovese, y de mi generación  pues los venezolanos Pedro Acosta, Bernardo Añor», Douglas Fósforo» Cedeño, «Sapito» Herrera, Nelson Carrero, René Torres, Wilton Arreaza mi compadre, José Dávila, José Marañón, Ildemaro Fernández, «Cherry” Gamboa, mis hermanos Ceferino Bencomo y José Ramón «Mon”  López, excelentes compañeros, Noel «Chita» San Vicente,  César «Guacharaca» Baena, una  constelación de jugadores realmente extraordinarios».

-¿Qué juego recuerdas con mayor entusiasmo?

«Un clásico entre Caracas  y Deportivo Táchira en un estadio «Brígido Iriarte» a reventar. Le  ganamos 1 a 0 , yo era el capitán y ese día habíamos derrotado a un gran equipo que tenía entre su filas a Carlitos Maldonado, William Méndez, Pedro «La Zorra» Brito, Miguel Osvaldo González el argentino, Los Hermanos Becerra, Laureano Jaimes y Daniel Francovic en el arco. Ese Táchira fue uno de los clubes  venezolanos que llegó más lejos en Copa Libertadores, jugamos un gran partido y los vencimos en buena lid».

-¿Qué juego eliminarías en tu carrera?

«Un desafío que perdimos 5×1 contra Táchira en «Pueblo Nuevo» jugando con Minerven de El Callao, con un empate nos ganamos el derecho a ir Copa Libertadores y nos golearon. Esa derrota nos dolió mucho»

-¿Tu experiencia con la camiseta de la vinotinto?

«Participé en los Juegos ODESUR, en muchos partidos amistosos,  en juvenil fui preseleccionado varias veces, y por una lesión dura en la rodilla, tibia y peroné, no pude jugar las eliminatorias. Vestir la  franela de la selección es un orgullo muy grande, sobre todo cuando escuchas el Himno Nacional en el terreno de juego. Todos soñamos algún día por tener a la Vinotinto en  una Copa del Mundo».

-Quienes fueron tus entrenadores durante tu carrera profesional y que rescatarías de cada uno de ellos?.

«Luis Alfredo Mendoza, Freddie Ellie y Manuel Plasencia, han sido como mis papás, y rescato de ellos la pasión, la entrega y  el compromiso con el fútbol venezolano y con la vida, son ejemplos de trabajo tenacidad y perseverancia, valores que ahora forman parte de mí, y que me han servido para desarrollar  todo  mi oficio como entrenador y preparador».

 -Después de colgar los botines ¿a que te dedicaste?.

«Empecé una etapa maravillosa de formador de talentos. Nicola Simonelli me  dio la oportunidad de trabajar en el fútbol base con el Aragua FC, y luego estuve al lado de Omar Cubillán Ávila en la Sub 20, y recuerdo que Omar me dijo ‘me voy Wilmer pero usted se queda aquí’. Dicho y hecho y fuimos semifinalistas en el torneo nacional, posteriormente me encargué de la asistencia Técnica junto a Manolo Contreras, quien me ayudó mucho al igual que el argentino Raúl Cavalieri”.

Sigue comentando el entrevistado que “Simonelli  fue muy importante y al salir del Aragua FC  me incorporé a La Casa de Italia, donde estuve aproximadamente unos cuatro años. Se portaron muy bien conmigo y justamente en una ocasión pues mi amigo Ceferino  Bencomo,  trajo a la selección Vinotinto Sub 17 y me pidió colaboración para hacer los entrenamientos en el club, y fue allí donde Bencomo me ofreció una alianza estratégica para hacer un convenio con su escuela y su organización”.

Recuerda que “desde ese momento ya hace 5 años, hemos desarrollado La Escuela Segovia Catia, que actualmente tiene más de 200 niños de Palo Negro en el municipio Libertador del estado Aragua, en lo que ha sido una gran experiencia formativa donde hacemos el bien y mucha ciudadanía, porque acuérdate que hay muchos niños de bajos recursos, tenemos una inscripción muy económica de 8 dólares y ayudamos a quienes ni tienen eso para jugar, porque yo no puedo aceptar ese lema que ahora hay en el fútbol que «si no pagas no juegas», lo cual para mí es un exabrupto”.

-¿Cómo ves el fútbol actualmente en Venezuela?.

«El fútbol venezolano actualmente da tristeza en lo  que se refiere a la Liga Profesional, y se está perdiendo todo ese gran trabajo que hicieron entrenadores como Richard Páez  y César Farías. Nos preocupa, qué le vamos a decir nosotros a los niños y a los padres cuando nos pregunten «¿a dónde vamos a llevar a nuestros futbolistas?”. Desapareció El Aragua FC  también Mineros de Guayana, se están perdiendo muchas cosas por el excesivo mercantilismo y definitivamente a eso hay que darle un parado por el bien del balompié”.

Segovia terminó dando “un agradecimiento a Gaby Miranda, Pedro Acosta,  Bobby Elie,  José «Pepe” Marañón, Bernardo Añor, Nelson Carrero y Robi Cavallo, porque fueron muy importantes en su carrera y me aconsejaron mucho cuando era un muchacho, también a la organización de Ceferino Bencomo,  por su altruismo, su sencillez su don de gente y su sensibilidad para ayudar a nuestros niños futbolistas más humildes,  gracias a todos!!!”.

-¿Hay otro agradecimiento especial que quieras hacer?.

«A mis hermanos porque realmente somos una familia netamente futbolística, Yoimer Segovia con 18 años en el profesional, jugó con la selección de Venezuela en Chile con Lino Alonso, en varios países, Edison Segovia con 16 años en la primera división militó en el Deportivo Italia, El Carabobo FC, Caracas FC, también a Freddy Segovia mi sobrino también en la principal categoría, que hoy son profesores de fútbol dedicados a los niños y a la enseñanza de este deporte que nos ha dado todo”.

Señala también que “nosotros somos 20 hermanos de los cuales quedan 14, y cómo olvidar el amor que nos brindó  Alberto Segovia, el mayor quien fue beisbolista y jugó un Mundial Juvenil en Pensilvania, Estados Unidos, él nos cuidó y tengo mucho que agradecerle. El fútbol es tan grande que hasta el hambre te la hace olvidar, yo me iba al campo sin comer y jugaba 5 horas seguidas , gracias a Dios nuestra situación mejoró y es por eso que todo niño que no tenga zapatos, o tenga hambre porque todavía los hay, los dotamos y lo ayudamos» .