Vicente Vega… se nos fue un Grande de la Vinotinto 

Por Gabriel Capriles
En 1974 cuando solo contaba con 13 años viajé con mi papá Manasés, mi hermano Eduardo y el dirigente Castor Torres a la ciudad de Barquisimeto, a la final de la Copa Venezuela.
Fue lo máximo para quien les escribe, porque era un niño lleno de ilusión y amor por el fútbol, y la primera vez que asistía a un evento de ese tipo.
Esa tarde fue la primera consagración de Vicente Vega como portero de la selección regional de su estado.
Jugó primores, con voladas y tapadas sensacionales, atenazando el balón en cada atrapada por los aires, y jugando con una confianza exquisita.
Fuimos campeones nacionales.
Ese Día «Mató» una bola con el pecho que nunca se nos olvidó, sin embargo, lo más importante que vivimos con él fue la Vuelta Olímpica como monarca en un equipo de grandes jugadores, tales como Maique Concepción, El Chino Mota, El Negro Tabaco, Omar Cubillán Ávila como capitán, Arriaga, Feo y Frank Hermoso, entre otros.
Un momento único e irrepetible.
Vicente desde ese día se fue a las Grandes Ligas del fútbol tras su paso por el Independiente FC.
Jugó en los más importantes clubes de la Liga Mayor Venezolana, entre ellos el Portuguesa de Jairzinho con sus 5 estrellas.
Y por supuesto con la Vinotinto, donde dejó una huella indiscutida a nivel generacional, puesto que su hijo Renny Vega, al igual que él, fue titular de la selección durante muchos años.
Quién no recuerda a Vicente en el arco de aquella Vinotinto que enfrentó a la Brasil de Zico, Cerezo y Junior, y el partido que Venezuela cayó 0x1 ante el tricampeón del mundo en esos años donde Vicente casi tapa un penal, y fue un gigante debajo de los tres palos.
La segunda pasión de Vega fue ser mediocampista por su capacidad para el toque y su visión de juego.
Ya veterano siguió jugando grandes partidas en su amado campito del barrio La Democracia todos los domingos de Dios, hasta que pudo hacerlo y la salud se lo permitió.
También se dedicó a la docencia como entrenador en la Escuela de Aviación Militar, junto a Pablo Muñiz, promotor de grandes partidos entre la Escuela y El Independiente FC.
Sus días estuvieron marcados por la grandeza de una época de oro en el estado Aragua, en Venezuela y en el mundo.
Estuvo a punto de irse a Brasil.
Hoy lamentamos profundamente su partida, porque representa uno de esos bastiones regionales, nacionales e internacionales, que hicieron la diferencia y marcaron un rumbo en nuestro balompié.
Sus últimos años fueron muy difíciles por su batalla con la diabetes, donde siempre contó con el apoyo de su esposa Deisy e hijos.
Creemos que se fue tranquilo, tras ser operado, habló un buen rato con su cuñado Tony en la típica mejoría de quien se está despidiendo.
Estuvo consciente del enorme legado que dejó, y el cariño y amor que demostraron todos sus compañeros de equipo en estos últimos días, que lo ayudaron hasta que hoy se quedó dormidito rumbo a otro plano celestial junto al señor.
Vicente pasaste por esta vida no sin antes dejar un inmenso legado y aporte al fútbol venezolano..
Gracias mi pana!!!