Richard Páez, el volante constructor de lujo

Con Richard Páez el efecto vinotinto se convirtió en un sentimiento nacional. foto cortesía

CARACAS – En el siglo XX la vinotinto se encontraba en el abismo de la tabla de posiciones en las eliminatorias mundialistas, el combinado nacional había extraviado la ruta de la victoria. Con la llegada del doctor Richard Páez emprendió un rumbo parecido al de Dante Alighieri en la Divina Comedia primero pasando por el Infierno, después por el purgatorio hasta llegar al paraíso poniendo el nombre de Venezuela en los titulares deportivos de todo el mundo.

A Páez se le conoce como “El Doctor” porque además de su dilatada trayectoria como futbolista y entrenador hay que sumarle su otra profesión: médico traumatólogo graduado en la Universidad de Los Andes.

Oriundo de Mérida, es el cuarto de doce hijos, su carácter es calmado y reflexivo. Pero como esos personajes mitológicos que leemos en los libros se trasforma al salir al terreno de juego. Luego, cuando los faros y la marquesina del estadio se apagan vuelve a ser esa persona tranquila y familiar. Conozcamos un poco a este reconocido personaje de nuestro balompié nacional.

“Mi primer equipo fue El Llano, y con el jugué con ellos en todas las categorías infantiles hasta que me llamaron a la Selección infantil en Guanare, estado Poruguesa, eso fue por el año 1967. Después fui llamado para integrar al equipo juvenil de Mérida con el que obtuve la medalla de oro en los Juegos Nacionales que se disputaron en nuestra ciudad en 1970. Al año siguiente participé en los Juegos Nacionales que se disputaron en Caracas. En esa oportunidad perdimos la final con Distrito Federal. Después el fútbol se convirtió en parte esencial de mi vida y mi sueño era debutar en primera con el uniforme del Estudiantes de Mérida”.

Las jornadas vividas como jugador marcaron huella: Estudiantes de Mérida, Portuguesa y Táchira fueron testigos de su clase. foto cortesía

Durante la entrevista telefónica Richard Páez nos confiese que durante su estancia en Maracaibo, tierra natal de su padre, jugó béisbol. “Estudié la primaria en Maracaibo, en el colegio Gonzaga de padres Jesuitas. Ahí vivíamos en la calle 90 de Nueva Vida, que nos quedaba cerca de la escuela. Vivimos en Mérida los primeros años de la infancia, pero nos fuimos porque mi papá es maracucho y trabajaba allá. Jugábamos beisbol en el recreo, y cuando se acercaba un cura escondíamos la pelota y nos poníamos a jugar al fútbol, que era el deporte del colegio, para que no nos dijeran nada o nos castigaran (risas). Yo jugaba tercera base, pero ahí en las partidas informales y entre compañeros de clase. Nunca lo jugué de forma organizada”.

Richard Páez debutó como profesional en 1970 a la edad de 18 años con el club de su ciudad, Estudiantes de Mérida.

“Estudiantes era el equipo de mi región, de mi cuidad, el que me dio ese espíritu de competitividad y sentir una camiseta profesionalmente hablando. Yo salte a Primera División con jugadores como Hugo Briceño, Luis Marquina, Luis Tellez y Arturo Teran ellos habían jugado conmigo a nivel juvenil. Con el académico jugué el día que inauguraron el estadio Guillermo Soto Rosas”.

Mientras pateaba balones cursó estudios en la Universidad de los Andes titulándose en la carrera de medicina en el año 1976. Fue poco tiempo después, a sus 28 años, que decidió retirarse de las canchas, para viajar a Buenos Aires a cursar un postgrado en traumatología. Allí le ofrecen la oportunidad de firmar un contrato con el Deportivo Español, de Primera División, pero por razones personales descartó esa posibilidad.

Cuando defendía los colores del cuadro académico cursaba medicina en la Universidad de Los Andes. Durante la amena charla nos comentó como hacía para combinar los horarios de los estudios y las practicas. Situación que en el fútbol actual sería más complicado por la cantidad de compromisos que existen.

“El estilo de entrenamiento típico de mi época era muy planificado, pero a la vez muy sectorizado. Por ejemplo: los lunes se descansaba o se hacía regenerativo; el martes se trabajaba la parte física; el miércoles se hacía una activación con trabajos técnico-tácticos; el jueves se hacía fútbol; el viernes se trabajaba la velocidad, el cambio de ritmo, disparos al arco; y el sábado se hacían nuevamente trabajos regenerativos pensando ya en el partido del domingo. Eso me facilitaba la vida a la hora de estudiar y dedicarme al fútbol. Mi problema comenzó cuando comenzamos a tener directores técnicos extranjeros. Ellos tenían otra metodología: trabajaban doble turno, comenzamos a hacer las llamadas pretemporadas. Lo malo era que se hacían en ambientes que no eran los adecuados, como la playa, la montaña o dedicándose exclusivamente a los trabajos físicos. Pero a pesar de los errores, eran los primeros pasos de una necesaria evolución que nos inculcaron los buenos entrenadores”.

Con la elástica del Estudiantes de Mérida se mantiene hasta durante ocho temporadas. Con el académico obtiene dos subcampeonatos y se codea con las estrellas del fútbol de la época. En la zafra de 1978 sería traspasado al Portuguesa, al pagar lo que sería en ese entonces la cifra más alta por un jugador venezolano, 250 mil bolívares en ese entonces.

En 1978 el Portuguesa pagó por su ficha 250 mil bolívares, por entoncés un récord para el fútbol nacional.

“Allá en Acarigua tenían una estructura mucho más solida por la condición económica. El Portuguesa tenía en sus filas a jugadores de primer nivel: Carlos Chiquichagua Marín. Luis Mendoza, Pocho Echenausi, Carlos Nuñez, Nelsón Mancenaro. Fuimos campeones dos veces”.

El portuguesa, desde su nacimiento, el 9 de abril de 1972, bajo el mando de su presidente Don Gaetano Costa y del director técnico Isidoro “Pescaito” Rodríguez, el equipo rojinegro tuvo una primera década digna de admirar, consiguiendo los campeonatos de los años 1973, bajo la dirección de Walter «Cata» Roque, en 1975 bajo el yugo de el ex-futbolista yugoslavo, Vladimir Popović, en 1976, dirigidos por Benjamín Fernández, 1977, con la vuelta de Popović y en 1978 con Celino Mora. Sumados a esos cetros, «El Penta», apodo recibido por sus cinco títulos, alzó la Copa Venezuela en 1973, 1976 y 1977, además de ser subcampeón de primera división en las temporadas de 1974, 1980 y 1983. Entre 1973 y 1984, se metió en ocho ediciones de la Copa Libertadores de América, cinco como campeón y tre como vicecampeon. Fue el primer equipo profesional que sumó cinco títulos, por ese motivo se ganó el apodo del penta. En sus filas llegó a estar el mayor importado de toda la historia de los torneos venezolanos, Jairzinho, uno de los goleadores históricos de la Copa Libertadores, quien llegó con su tumusa al José Antonio Páez en 1977.

“El Portuguesa era un equipo con mayoría de futbolistas importados; en algún momento los únicos venezolanos éramos Vicente Vega y yo. De eso me di cuenta en un partido de la Copa Libertadores en el año 78, en el momento del himno nacional, éramos los únicos que lo cantábamos. Esa es una de las diferencias fundamentales de aquel fútbol que yo jugué con el de hoy: ahora el material criollo es mucho más abundante”.

A lo largo de su carrera Richard Páez también se puso la camiseta del Táchira  y finalizó su carrera con la Universidad de Los Andes Fútbol Club en 1981.

Gráfica de un diario chileno en el año 1979. Aparecen de pié Alexis Peña y Richard Páez. Sentados Cheché Vidal, Palomo Contreras, Vicente Vega y Rodolfo Carvajal.

En su extraordinaria carrera como jugador, Richard Páez, no solo jugó a nivel de clubes sino que también vistió el uniforme que todos los futbolistas sueñan: ¡La de la selección nacional! En 1971 forma parte de la selección que viaja al Campeonato Sudamericano Sub-20, que tuvo como sede a la ciudad de Asunción en Paraguay, fue realizado entre el 1 y el 25 de marzo de ese mismo año. En ese torneo, la vinotinto mide sus fuerzas con Colombia (empate 2-2), Brasil (5-1), Perú (3-3) y Argentina (victoria 1-0).

“Ese año, Venezuela disputó un Suramericano memorable, esa Selección obtuvo resultados que nos llenaron de orgullo, recuerdo los empates ante Perú y Colombia. Pero lo mejor fue nuestra primera victoria ante Argentina por un gol a cero con el gol de William Ravelo”.

En 1972, con motivo de la conmemoración del 150 Aniversario de la Independencia de Brasil, la Confederación Brasileña de Fútbol organizó la Copa Independencia con un total de 20 selecciones, entre ellas estaba Venezuela. En ese torneo nuestra selección enfrentaría a Paraguay (derrota 4-1), Yugoslavia (derrota 10-0), Perú (derrota 1-0) y Bolivia (empate 2-2). Al hablar del juego ante el conjunto balcánico Richard Páez nos confiesa lo siguiente. “Cuando regresaba a mi habitación presencié una escena que me quedó grabada en mi memoria: fue haber visto discutir a Carlos Chiquichagua Marín, Pito Useche, Iván García y Luis Mendoza, que eran mis ídolos del momento. Ese día me prometí que en algún momento revertiríamos la historia de nuestra selección nacional. Por ese motivo, cuando le ganamos por vez primera a Uruguay en Maracaibo en el año 2001, disfruté mucho ese triunfo y se lo dedique a ellos. Era un reconocimiento, hacia eso hombres que como uno no le pudimos cambiar la historia en ese momento”.

Una imagen de la Copa América año 78 en ella salen Pedro Febles, Richard Páez, Alexis Peña y Pochi Páez.

Su carrera como técnico comenzó con una pasantía de 3 meses en Milanello (Italia), en el centro de entrenamiento del AC Milán en los tiempos de Fabio Capello. Años más tarde regresó a Mérida (Venezuela) y organizó su propia escuela de fútbol: la Academia Emeritense.

Su currículo también muestra un curso con Arrigo Sacchi (1995), asistente de Carlos Bianchi en Boca Juniors (1997) y observador en el Standard de Liège de Bélgica (1997).

“Siempre fui un mediocampista mixto con pase largo y visión de juego. Ya al final de mi carrera, cuando regresé de Argentina me incorporé a la ULA en la que fui defensa central y Técnico. Ya pasaba los 30 años y tenía unos kilos de más”.

En su estancia con el ULA Mérida nos confiesa que vivió una experiencia singular. “Cuando comencé como entrenador aún tenía la ficha de jugador y en ese momento era Especialista en Ortopedia y Traumatología y acababa de regresar de ese postgrado de Argentina. En un un partido ante el Zamora, en el Agustín Tovar de Barinas, comencé el partido con traje y corbata como lo hacen los entrenador, durante el primer tiempo le dieron una patada al Chiqui Peña, uno de mis jugadores y como era el doctor del equipo me tocó entrar a la cancha para atenderlo y el árbitro, creo que era el Rafael Torrealba, el que era cojito, me sacó tarjeta para expulsarme y lo convencí que yo era el Médico del equipo y me dejó seguir dirigiendo en la linea. Pero por circustancias de la vida en la segunda parte me aparecí en la línea del campo, uniformado de jugador para entrar de cambio y con la ficha acreditada como jugador y salté al terreno de juego. El árbitro no entendía lo que estaba pasando. Al finalizar el cotejo hizo un informe de 3 páginas y eso hizo decretar a la FVF que no se podía tener una doble función en el fútbol profesional venezolano. Esa fue mi última experiencia con triple cargo”.

El entrenador del selecionado venezolano de fútbol Richard Paez (D) bromea con Juan Arango (C) y Christian Caceres (I) durante un entrenamiento realizado en Lima. AFP PHOTO/Jaime RAZURI

Con el ULA Mérida ganó la Copa Venezuela en 1990. Su buen manejo de la táctica y conceptos innovadores para una liga que se abrazaba mucho al pasado le hicieron saltar al  Unión Atlético Táchira, hoy en día Deportivo Táchira y luego ir al banquillo del Estudiantes de Mérida. Con el cuadro académico, en 1999, logró superar primero liguilla prelibertadores donde se midió al ULA y a los mexicanos Monterrey y Necaxa. Luego en la  fase de grupos enfrentó nuevamente al Monterrey y los uruguayos Nacional y Bella Vista. En la ronda de octavos se cruzó en su destino el Emelec de Ecuador, derrotándolo con un global de  3-2. En los cuartos de final, el cuadro académico enfrentó al Cerro Porteño y se llevó la victoria 3-0 en la ciudad de los caballeros. Luego, lamentablemente, en la vuelta caería derrotado 4-0 con un penal polémico sobre la hora. Con el académico, en 1998, había ganado el Torneo Clausura.

Gracias a esa performance con el club de su ciudad se posicionó como uno de los mejores entrenadores criollos y luego de dirigir a la Sub-23 en el Suramericano de Ecuador (2001) le ofrecen el banquillo de la vinotinto absoluta, donde se convierte en el seleccionador más exitoso de la historia del fútbol venezolano.

Hilvanó una racha histórica de cuatro triunfos consecutivos, arrancando con el enconado Uruguay (recordado por muchos como el Pachenchazo). Hablando del juego ante los charrúas el doctor Páez lo recuerda así: “Ese día había una atmosfera rara alrededor de la selección, ya que veníamos de empatar 2-2 en San Cristóbal  contra Colombia y habíamos sido goleados en Buenos Aires por Argentina 5  a 0 y en La Paz por Bolivia 5 a 0 y se comentaba que si perdíamos con Uruguay en Maracaibo, la FVF pediría mi renuncia como seleccionador. Y ese día en la charla pre-partido yo les decía a mis jugadores que ese día la obligación era ganar que no se conformarán con jugar bien, pues no me hicieron caso. Mis muchachos jugaron como nunca y ganamos como nunca antes lo había hecho una Selección de Venezuela, nada más y nada menos que ante un bicampeón mundial y por 2 a 0. Sentí que fue una recompensa  para la visión y el estilo que queríamos sembrar en la Selección y le hicimos un homenaje a todos los jugadores de nuestra Selección que habían pasado por su historia de Cenicienta. Le agradecí a los jugadores que participaron en ese día histórico por habernos dado el mayor regalo a nuestro país, que tanto lo necesitaba.  Ese día nació la Vinotinto gloriosa para la eternidad, ya que se inició la racha inimaginable de 4 victorias seguidas en competencia de eliminatorias sudamericanas”

Por su formación profesional e intelectual, Páez siempre es buscado para que opine. foto AP

Luego de la victoria ante la bicampeona del mundo superó a Perú, Chile y terminando con una de las mejores selecciones paraguayas de todos los tiempos. ¿Cómo logró cambiar el paradigma? “Creo que el concepto estaba errado siempre. En Venezuela ha habido fútbol, pero la selección venezolana no jugaba con sentimiento. Ahora hay una verdadera identidad con estilo de juego porque el mensaje es asumir los riesgos y la gente se enamoró de ese estilo y así cambió el paradigma, a través de una estrategia futbolística coherente con la motivación teórica que entiende que podemos hacerlo”.

Dirigió la selección nacional todo el premundial camino a Alemania 2006. Con un juego de toques, con tres volantes zurdos que revolucionaban el área rival y con un trepidante ritmo de ataque, consiguió triunfos inolvidables como el “Centenariazo” (2004),  el famoso 0-3 ante una prepotente Uruguay. Por poco Venezuela no va a su primer mundial en la edición de Alemania 2006. En la Copa América de 2007, que se disputó por primera vez en nuestro país, la vinotinto está entre los mejores ocho del torneo.   El divorcio con la vinotinto se dá luego de un juego ante Bolivia, durante las eliminatorias rumbo al mundial de Sudáfrica 2010.

Luego de la selección nacional se sentó en los banquillos de Alianza Lima, Millonarios (ganando la Copa Colombia en 2011), Mineros de Guayana (obteniendo el Torneo Clausura en 2013) y actualmente está con el Deportivo Cuenca.

 

Para finalizar Richard Páez nos habló en que se basa su filosofía: “Para ser ganador hay que tener alguna característica que normalmente todos tenemos que es carácter, asumir retos con sentido de pertenencia y equilibrio, y sobre todo paciencia porque no siempre se consiguen las cosas de entrada o continuamente; que aprender a asumir los altibajos y sobre todo que definitivamente todos somos importantes”

Richard Páez en su estancia en la selección logró sacar del infierno de la tabla a la selección y la hizo transitar poco a poco por todos los estratos: purgatorio y paraíso. Lamentablemente para nuestro fútbol el viaje a la gloria mundial se vio truncado. ¡Por ahora!

 

Por Fioravante De Simone