Mi Credo

Aparte de los afectos familiares y la fidelidad a los Tiburones de La Guaira, nada tengo más cosido a la vida.  Trato de imaginarme sin el fútbol y sólo se me ocurre el vacío.  Tengo para mí que, extrañamente, nací cuando ya tenía siete años de edad, el parto en una pequeña cancha terrosa del Colegio San Ignacio, vestido con mi primer uniforme, camiseta verde, pantalón azul y medias no me acuerdo, además de zapatos con tacos, integrando el equipo del primer grado “B”, con árbitro y todo aquello que comenzaba a marcar la diferencia con las caimaneras de hasta entonces.  El uso de la razón lo tuve a los diez, cuando me puse la camiseta rojiblanca como interior derecho del Infantl “C” del Loyola y jugué contra otro colegio, esta vez en un rectángulo engramado bien delineado con cal, porterías con malla y un referí vestido de negro, administrando nuestro partido, con su silbato, conforme al reglamento de la FIFA.  Ese sábado ganamos tres a cero y supe de qué se trataba la vida. Hice del fútbol mi credo

 

 

I.

Creo en el fútbol por encima de todas las cosas y también en Dios porque lo inventó (no importa que los ingleses digan que tienen registrada la patente).

En el fútbol como metáfora de la vida (o quizá al revés).

En Galileo, quien demostró que la tierra es un planeta redondo como una pelota y que tal cosa no es casualidad, sino designio celestial.

En la globalonización del planeta y en el Mundial como fiesta universal.

En el balón como icono sagrado y en el estadio como templo religioso

En Maradona, Pele, DiStefano, Cruyff, Landrup, Van Basten, Valderrama, Platini y Garrincha, santos.

En futbolistas que aun juegan y que seguramente con el tiempo también serán santificados.

II.

Creo en el fútbol como uno de los derechos humanos fundamentales (aunque a la ONU pareciera que no le parece que sea), incluyendo a las mujeres, no importa que el machismo recalcitrante  proteste

Como  milagro que ocurre durante noventa minutos en un rectángulo verde.

Como idioma que entienden todos los terrícolas aunque hablen chino, francés, alemán, español o árabe.

Como religión, incluso de los que no creen

Como alegría, como angustia, alborozo, suspenso, temor, esperanza, desconsuelo, zozobra, llanto, rabia, melancolía, tristeza, miedo, todo junto y revuelto.

Como la dramatización de lo social.

III.

Creo en el fútbol como asunto simple, pero a la vez más complejo de lo que parece.

En su amalgama perfecta de individualismo y de solidaridad.

En los colores de la camiseta, razón de una causa hermosa que nos convoca,.

En la cancha como un espacio democrático, en el que todos somos iguales, aunque a veces algunos pretendan que haya unos ombligos más redondos que otros.

En los hinchas como los verdaderos dueños de los equipos, no importa lo que digan los que alegan ser quienes los compraron.

IV.

Creo en el fútbol  vistoso, el que entretiene y suscita admiración y suspenso.

En el fútbol abierto, no en el que se inspira en el candado  y sus perversas variantes.

En fútbol practicado por futbolistas-orfebres, no por corredores de cien metros planos, salidos de un gimnasio.

En el amague, el túnel y la gambeta y en el pase al vacío y en el balón adormecido con el pecho para que baje tranquilo hasta el zapato.

En las cinturas de chicle, no en las de cemento armado

En los pies que saben pensar y adivinar, no solo chutar.

En el gol bien marcado, no de cualquier manera.

En el gol como experiencia equivalente al orgasmo.

En el auto gol como la peor desgracia que le puede ocurrir a un ser humano

En los equipos que juegan bien auque pierdan con los que juegan mal.

En las estrategias y las tácticas, pero mas en las ocurrencias de cada futbolista.

En el derecho a la desobediencia civil por parte de los jugadores frente a las tentaciones autoritarias de algunos Directores Técnicos que parecen militares, aunque se ponga flux y corbata.

V.

Creo en el “fair play” y en el silbato del árbitro, también en la tarjeta roja y en la amarilla y por supuesto en el VAR.

En los árbitros de los que nadie se acuerda después del partido, señal de que pitaron bien.

En las reglas simples y sabias del fútbol, inclusive, en la del offside.

En la FIFA a pesar de todo lo que hace para que no crea en ella (que es mucho)

 

VI.

Creo en el fútbol como cosa de vida o muerte (algo mucho más serio que eso, añadió alguien).

Creo que a veces el futbol es la Patria puesta en manos de los pies

Creo en la vinotinto, el sentimiento más profundo y compartido de la Patria que tenemos hoy en día los venezolanos

 

Nota: Este escrito es la versión modificada de un artículo que escribí hace casi veinte años. Me pareció adecuado publicarlo en una nueva versión como tarjeta de presentación de esta columna, “Sentado en las Gradas”, que periódicamente publicare en el portal de “Venezuela Futbol”. Así, quien en lo sucesivo me lea sabrá que cada línea de mis artículos ha sido redactada por un tipo que se aproxima al futbol como si fuera una religión.

 


Sentado en las Gradas por Ignacio Ávalos

Sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela, con curso de especialización en Política Científica y Tecnológica en el Centro para Estudios del Desarrollo (CENDES) de esa casa de Estudios.
Ignacio Avalos Gutiérrez – iavalosg@gmail.com