Estudiantes debería ser verdaderamente “El Equipo del Pueblo Merideño»

¿Recuerdan de qué temporada es esta franela de Estudiantes de Mérida?

Ricardo Cabrera

La terrible crisis que hoy en día vive el equipo más añejo del fútbol rentado nacional, Estudiantes de Mérida, nos hace ver la fragilidad de las estructuras que supuestamente tienen los clubes, que sin importar sus pergaminos, historia, afición y logros, al estar en manos de unos pocos pueden fácilmente  mudarse de ciudad, cambiar de nombre o de dueños y en el peor de los casos desaparecer de un día para otro, porque son los caprichos o hobbies de unos adinerados que se cansan de jugar al dirigente futbolístico.

De todos es sabido que el mal llamado “equipo del pueblo merideño”, que a nuestro entender nunca lo ha sido, quedó a la deriva con la inesperada y trágica muerte de su propietario, y la viuda, que se quedó con la propiedad del equipo, permitió que se acumulara una deuda de más de 6 meses y un millón 200 mil dólares, con todos los que de una manera u otra trabajan para el club, desde personal administrativo hasta jugadores y cuerpo técnico del equipo profesional, además de todas las divisiones inferiores, al punto que las categorías menores pudieron terminar sus torneos porque los padres de los jugadores corrieron con la gran mayoría de los gastos, pero los delegados y técnicos aún no han cobrado.

También es sabido que se están yendo a otros clubes los jugadores referentes porque la viuda está buscando la manera de que le den más y más dólares por el equipo, poniendo a pujar a dos grupos que están interesados en adquirir a Estudiantes, mientras peligrosamente pasan los días y se acerca el inicio de la temporada.

Los seguidores del club se desesperan, los medios de comunicación piden soluciones y el tiempo sigue pasando  mientras la viuda deshoja la margarita y no toma decisiones.

La historia a grandes rasgos

Lo peor de todo es que en Estudiantes de Mérida, como pasa en otros equipos, las crisis se repiten cíclicamente, y así ha sido el transcurrir el equipo en los últimos 25 años, de crisis en crisis.

En la primera mitad de sus 51 años de existencia Estudiantes de Mérida funcionaba con el aporte de sus directivos y socios, ya que tenía un grupo de accionistas que tomaban decisiones en asambleas, claro que había unos pocos que manejaban la mayoría de las acciones, pero cualquiera podía adquirir desde una acción en adelante y a la hora de alguna votación, todos los accionistas que estuvieran al día podían participar con voz y voto.

El equipo lo tomó Juan Carlos Lobo, que fue incapaz de mantenerlo a flote, y se lo entregó en bandeja de plata al gobernador de ese tiempo, Florencio Porras, y al frente del equipo estuvieron varios oficialistas que poco hicieron, como Héctor Albarán y Pedro Álvarez, hasta que el gobernador Marcos Díaz Orellana decidió darle nuevamente entrada a los empresarios para manejar conjuntamente al equipo, tomó la presidencia Alcides Monsalve, que hizo muy pero muy poco, y cuando Johan Santana se disponía a iniciar un nuevo derrotero de grandes perspectivas para el rojiblanco, porque compró gran cantidad de acciones y había consenso entre otros directivos para darle la presidencia del club, sacó las garras el personaje funesto llamado Frank Castillo, que había estado formando parte de la directivas, pero como un cero a la izquierda, mediante un artificio legal se apoderó del equipo, sacó a todos los accionistas e inició su reinado gris, Estudiantes de Mérida pasó a ser un equipo de maletín, donde la gobernación aportaba dinero y Caspillo, perdón, Castillo lo manejaba a su antojo, siempre con carencias de todo tipo. Fueron años tristes para Estudiantes.

Se cansó Castillo de jugar al dirigente y no se sabe cómo, porque desde hacía unos años Estudiantes de Mérida fue declarado por el Consejo Legislativo como “Patrimonio deportivo de Mérida”, consiguió compradores y le vendió el equipo a Christian Toni, nunca se supo en cuánto, y si ese dinero ingresó a las arcas de la Gobernación como debió ser, y arrancó una buena época para el equipo, que se truncó en junio pasado con la muerte de Toni.

Para evitar caer en lo mismo

Nadie duda de las buenas intenciones de la familia Toni al adquirir a Estudiantes de Mérida, ya que gracias a ellos el equipo volvió a ser protagonista y salió de los oscuros lugares de la clasificación que había ocupado en la era de Castillo.

Pero por seguir siendo un capricho de fanáticos adinerados, hoy en día pasa lo que pasa, y se debería buscar la manera de que Estudiantes de Mérida se consolide como verdadera institución del fútbol nacional, y no siga siendo el hobby de un adinerado.

Pero ¿qué hacer? Lo primero sería no seguir permitiendo que Estudiantes de Mérida pertenezca a una sola persona, para garantizar su permanencia en el tiempo y que las decisiones que se tomen no sea n por capricho del adinerado, sino por consenso, yh para eso habría que volver a la venta de acciones que puedan estar al alcance de todo el que quiera de verdad que Estudiantes de Mérida sea el “El equipo del pueblo merideño”.

Habría que buscarle la figura jurídica para que vuelvan las acciones a ponerse a la venta, y una junta directiva de verdad, electa en asamblea de accionistas, tome las riendas del club, y cualquier decisión que se tome dentro de la institución, sea por consenso y siempre teniendo por delante que signifique lo mejor para el club.

Podría hacerse una especia de venta por paquetes, divididas las acciones en tres paquetes iguales, uno para los grandes empresarios que podrían comprar las acciones que deseen, hsta llegar a su tercio, un según do paquete que sería adquirido por la Gobernación, de un tercio de las acciones, y el otro tercio se vendería a los seguidores del equipo, en un número n o mayor de 2 acciones por persona, para que de esta manera entre los tres sectores se maneje la institución, y ningún grupo apabulle a otro, además de que todas las decisiones se tomen por consenso, con representación  de los tres sectores en la Junta Directiva.

Le correspondería a los que conocen de estos aspectos, en lo económico y lo legal, buscar los mecanismos idóneos para conformar esta estructura de accionistas que se sostenga en el tiempo con responsabilidad de todos en lo referente a la parte económica y a la generación de recursos para mantener funcionando a Estudiantes de Mérida.

Esta es solo una propuesta de otras que deberían buscarse si se desea que Estudiantes de Mérida de verdad se convierta en una institución con bases sólidas y permanencia en el tiempo, y no siga siendo el capricho de cualquiera que tenga dinero y se antoje de tener a un equipo de fútbol, que el día menos pensado podría llevarse de Mérida para la ciudad que le provoque. Si, eso puede ocurrir hoy en día, si al próximo dueño del equipo se le antoja llevarse la franquicia a otra ciudad….