El futbolista y su desarrollo

El sueño de cualquier niño es formarse como jugador de fútbol y llegar al profesional como dice la canción de Rodrigo, “en una villa nació (…) en un potrero forzó una zurda inmortal… y consagrarse en Primera”.

Pero no todo es tan fácil como dice la canción, y es aquí donde viene la grandeza de la formación del futbolista, que va ligada a una exigencia físico-mental, en la que no tiene garantías al final de éxito, a diferencia de la universidad donde el estudiante se forma y se puede graduar si pasa todas las materias: algunos son muy buenos estudiantes, otros no tanto pero al final todos consiguen sus objetivos si se esfuerzan y llegan al final.

El fútbol, en cambio, es incierto. ¿Cuántos muchachos se esfuerzan, queman todas las etapas siendo incluso muy buenos, y al final se quedan con las manos vacías, no consiguen el objetivo y se mueren todas las esperanzas? de estas historias, hay miles.

El entrenador-formador debe tener en cuenta todas estas posibilidades y poder brindarle al atleta una variable, en la que el desarrollo no sea cortado, si no se consigue el objetivo de ser jugador profesional.

En el fútbol, he visto mentalidad muy competitiva, no es malo, pero nos aleja de la realidad y nos confunde muchas veces para entender porque queremos ser futbolistas.

El 90% de las academias de fútbol se concentra en producir los mejores jugadores y en ser campeón en sus categorías, pero siento que, a veces, la necesidad de ganar nos limita a entender cuál es el verdadero propósito, y cuál es el éxito al final del camino del futbolista y no es otro que saber quién realmente es y encontrar los secretos para sobreponerse a cualquier obstáculo.

Más que los títulos, este es el real objetivo, conocerse a sí mismo cada vez más y ser un sabio de las emociones de la vida, saber tener balance y convertirse en un maestro zen del futbol y la vida; muchos solo piensan en títulos y por eso, hoy todavía vemos excampeones del mundo en situaciones de vida comprometidas, porque se quedaron con la imagen de la copa en las manos y no entendieron el proceso de cómo lo lograron.

Siento que el desarrollo a través del fútbol debería ir ligado hacia la formación de personas positivas para la sociedad, llenas de valores y de secretos para ser exitosos en cualquier ámbito de la vida. Son muy pocos los elegidos para continuar su carrera como profesionales, y seríamos egoístas o poco realistas si como formadores nos enfocamos en solo el 2% o 3% de los jugadores que tienen posibilidades de llegar a cumplir con ser jugador profesional y nos olvidamos del resto.

Aquí el secreto está en ayudar a todos y darle las armas necesarias para emprender un camino como líder de sus propias vidas, con enseñanzas claras en principios y valores como solo el fútbol te enseña a fuerza disciplina, respeto, sacrificio, trabajo en equipo, perseverancia, resiliencia, puntualidad, humildad, orgullo, y tantas cosas que van relacionadas con la vida.

De esta forma, podemos convertirnos no solo en formadores del 2% o 3% de nuestros jugadores sino del 100%, y no solo hablar y sentirnos orgullosos de aquel jugador que está jugando la Copa América o las eliminatorias mundialistas y pasó por nuestras manos, sino sentirnos orgullosos del ingeniero o del doctor que seguramente está influenciado por las enseñanzas de un maestro de fútbol que tuvo en su formación, para llegar a ese éxito profesional de hacer carreteras o puentes, conectar ciudades o de salvar vidas en un hospital.

La clave está en mezclar la educación con el deporte, que sea obligatorio y tal vez en nuestros países latinoamericanos no se entienda mucho este concepto, pero cada vez más estoy convencido de que la educación hace mejores jugadores y más capacitados para lo que se está convirtiendo el fútbol del futuro.

El fútbol va aumentando cada año en conceptos de estrategias, bien sea en las fases ofensivas, defensivas o de transiciones, y esto exige que el jugador más inteligente sea el que prevalezca, el que se adapte más rápido y el que su rendimiento sea mejor.

Para poder llenar todas estas exigencias, debemos crear jugadores inteligentes, donde no solo basta con la capacidad técnica, táctica, física y mental, sino que se debe desarrollar la capacidad de decisión rápida y la creación de jugadores cognitivos.

Ahora bien, la metodología de trabajo es la clave de poder realizar bien nuestro trabajo, y ahí las estructuras ayudan pero no son determinantes para realizar bien el trabajo. Lo más importante es la metodología enfocada al desarrollo del joven inteligente, mezclando educación y entrenamiento de equipo de fútbol adecuado.

Por eso, todavía no se ven tantas diferencias entre los países con grandes estructuras y los subdesarrollados, porque muchas metodologías no llegan a ser exitosas y son muy bien planificadas, pero en la práctica no llegan al impacto de juego deseado y tienden a robotizar a los equipos y jugadores de fútbol.

En cambio, nuestro subdesarrollo estructural potencia la creatividad y genera esa motivación de superación que en nuestro país llamamos “hambre”, para contrarrestar esas diferencias e igualamos a las grandes potencias que cuentan con todas las facilidades, aunque tengan un desarrollo más planificado y tecnológicamente estén más avanzados.

Bajo mi experiencia, la planificación debe ser una metodología que se enfoque en dar conceptos en las cuatro fases del juego y donde hayan conceptos o principios que se deban transmitir, y donde también se muestren subprincipios que toquen el punto más específico del juego.

Un ejemplo claro es desarrollar un plan de seis semanas, en el que cada una de ellas se tenga que transmitir un principio, que pudiera ser ofensivo, y donde el subprincipio sea la elaboración de buen juego en el medio campo, o la creación de espacios para atacar en el último cuarto, y donde en los subprincipios se den conceptos claros para saber atacar ese último cuarto con el delantero, mediocampo ofensivo, incluso mediocampo defensivo o lateral. Y así ir avanzando en conceptos tanto ofensivos, defensivos o de transiciones, dependiendo la semana de trabajo que dicte la metodología que comanda la academia o el club.

Al final, cuando hablas con deportistas de carreras exitosas y largas, empiezas a cerrar capítulos de vida, les preguntas qué te dejo el deporte, y las respuestas van ligadas hacia situaciones muy personales de conocimiento personal; saber quién eres en los momentos límites, en los buenos momentos o en los malos.

Se han visto muchos campeones del mundo que, a pesar de haber tocado la copa más preciada por el futbolista, no entendieron de qué se trata este deporte y no es solo levantar copas y contar los campeonatos ganados, sino más bien entender en qué clase de ser humano te convertiste para poder levantar esa copa, unos no se dan cuenta y al terminar sus carreras se olvidan lo aprendido, y no es otra cosa que sacrificio, puntualidad, perseverancia, fe, fuerza mental, y tantos valores que son la clave de cualquier éxito.

Por ahí van las señales y ojalá en Venezuela sigamos teniendo esos formadores llenos de valores, no solo para hacer jugadores de fútbol sino para hacer País, a través de ellos. Y poder mejorar la canción de Rodrigo y terminarla como debería… “consagrarse en Primera… y al retirarse ser un tipo pensante”.

Ricardo David Páez: Mediocampista de la selección Vinotinto entre 2000 y 2007. Fue jugador en Venezuela de la Universidad de Los Andes, Estudiantes de Mérida, Deportivo Táchira, Unión Atlético Maracaibo, Nacional Táchira, Italmaracaibo y Mineros de Guayana. En el extranjero militó en América (México), Barcelona (Ecuador), América de Cali (Colombia), Alianza Lima (Perú) y Castellón (España), entre otros clubes. Actualmente es entrenador de la categoría Sub-17 del FC Cincinnati Academy (EEUU)