El Fútbol a oscuras

El país se ha vuelto un desmadre. No encuentro una expresión mejor que esta mexicana para describir la larga y  profunda crisis que afecta todos los espacios por donde transcurre la vida venezolana. En este sentido, la crisis eléctrica no ha hecho sino agravar, hasta extremos aún más insoportables, la tragedia nacional y, gracias a ello, Venezuela ha regresado al siglo XIX. Así, habiéndose cumplido dos décadas del siglo XXI, regido por los grandes cambios tecno científicos asociados a la Cuarta Revolución Industrial, el gobierno nacional nos ofrece, como su mejor promesa, hacer que los bombillos vuelvan a prender.

A oscuras y sin agua

La situación generada por la falta de luz y agua, con sus derivaciones en todos los aspectos del funcionamiento social (alimentación, salud, comunicaciones y paremos de contar), también llego al fútbol, por supuesto. No salió ileso de ella el nivel amateur, pero obviamente afecto de manera más visible al balompié profesional, según ha quedado reseñado profusamente en las conversaciones que han tenido lugar en el chat de Venezuela Futbol, en las que se ha denunciado la presión por parte de las autoridades y de los clubes para que los jugadores salieran a la cancha, no obstante las precarias condiciones reinantes. Y por otro lado, en el debate se ha puesto nuevamente en evidencia un viejo problema del futbol venezolano.  Se trata de la indefensión de los jugadores debido a la fragilidad, con sus altibajos históricos, de la organización que los agremia para defender sus intereses – la Asociación de Futbolistas de Venezuela, fragilidad en la que un factor determinante ha sido la falta de apoyo que le han brindado los propios jugadores.

El apagón iluminó la crisis

Paradójicamente la oscuridad que padece el país pareció haber alumbrado las flaquezas del fútbol venezolano, haciendo aún más evidente la condición general  de nuestro balompié, gobernado desde hace más o menos medio siglo  por las mismas autoridades, aunque a veces aparezcan nuevos personajes en el escenario, respondiendo siempre a la filosofía de cambiar para que nada cambie. Una dirigencia elegida de manera muy poco democrática, que ha desempeñado sus funciones a su aire, con poca transparencia y eludiendo en lo posible la rendición de cuentas.  En este sentido, cabe recordar que quienes actualmente dirigen la Federación Venezolana de Futbol, fueron designados en unos comicios ilegales, descaradamente tramposos, de lo que pueden dar fe Richard Páez y Tony Carrasco, testigos de primera línea.  Lo mismo ha ocurrido, dicho sea de paso, en otras federaciones deportivas,  lo que demuestra el afán gubernamental de controlar la actividad deportiva, según el patrón oficial adoptado durante casi veinte años en todos los ámbitos.

Repensar nuestro futbol

Tanto tiempo, casi una eternidad, administrando el balompié local ha sido una desmesura que no guarda relación con la obra hecha, aunque se puedan exhibir, desde luego, algunos logros. El desgaste ha sido evidente. La gestión institucional ha estado determinada por la inercia, se ha personalizado y los planes y las decisiones se tejen a punta de intereses que en muchas ocasiones atienden otras conveniencias. Ha habido, así pues, un déficit de ideas, de objetivos, de andamiaje organizativo y de planificación, así como de eficacia y yo añadiría que hasta de sudor.

En la conducción hace falta, así pues, gente   nueva, capaz de acometer la tarea de repensar el balompié nacional y transformarlo de pies a cabeza.  Es una tarea que Venezuela tiene pendiente desde hace demasiado tiempo.

Ignacio Avalos 

Futbol Venezuela

9 de abril de 2109