Don Lindolfo Villafañe, El Padre de la Criatura

Nada más acorde para comenzar mi columna en este portal dedicado a la historia del Fútbol venezolano que felicitando al precursor de este deporte en nuestro estado, Lindolfo Miguel Villafañe Tapia, quien este 27 de marzo arriba a los 80 años de edad, todos ellos viviendo y respirando fútbol.

        Él, aún hoy, no se explica el por qué de su pasión, ni en qué momento se originó, ya que en aquella Barinas “post gomecista” ni un balón de fútbol se conseguía en esta tierra llanera.

        A muy temprana edad lo llevaron a estudiar la primaria en Caracas donde recaló en lo que sería el caldo de cultivo ideal para hacerse un hombre de fútbol: el colegio “Dos Caminos”, donde inició la práctica desde pre infantil. Años más tarde iría a culminar su bachillerato en el liceo “Libertador” de Mérida, antes de su partida a la Universidad de Sao Paulo en Brasil donde a la par del fútbol, obtenía su titulo de zootecnista.

        A su regreso a Venezuela fue profesor de la Universidad de Oriente y laboró en el Banco de Crédito Pecuario, mientras alternaba sus inquietudes políticas que lo llevaron a ser miembro dilecto del partido Acción Democrática y formar parte en decisiones importantes en la Venezuela de la segunda mitad del siglo XX.

        Como Secretario General de Gobierno vuelve a su lar natal y no duda allí en utilizar sus influencias oficiales para empujar su “Sueño de Carajito” de tener su propio equipo de fútbol. Funda “Panteras Hípicas”, un club amateur que bajo el auspicio del Club Hípico rivaliza con los clubes de las colonias italianas y españolas y el equipo de Barrancas que patrocinaban los árabes. Su soporte inicial fueron los colombianos, quienes creyeron en su “quijotada”.

        Luego de muchos éxitos deportivos entre 1975 y 1977, en los que enfrentó a los mejores equipos profesionales del momento en duelos amistoso, se atreve a encarar a René Hemmer con el proyecto de Atlético Zamora, cuando Lindolfo bordeaba los 38 años de edad. Después de muchas negativas consiguió su cometido.

        “Hemmer decía que no podía incluirme porque el campeonato tendría un número impar de equipos por lo que me alié con el Doctor Pedro Rincón Gutiérrez y conseguimos inscribir a ULA Mérida y al Atlético Zamora para la Copa Venezuela de 1977, que era el primer torneo que se disputaba.”, relata hoy con brillo en los ojos Lindolfo.

        “Aquí jugábamos en “La Carolina”, donde además se practicaba atletismo y béisbol, lo que nos ocasionaba muchos inconvenientes. De hecho los primeros partidos oficiales los debimos ir a jugar como locales al estadio “Táchira” de San Cristóbal, mientras se hacían unas reparaciones para adecuarlo.”

        A Lindolfo le tocó echar mano de sus amigos en Mérida para completar una nómina competitiva, ya que el futbolista barinés distaba mucho de ser profesional.

        “Una vez muy temprano fui a buscar a  uno de los jugadores un domingo en la mañana y estaba durmiendo. Le dije que se apurara que el juego comenzaba a las 9 y me respondió, “tranquilo Don Lindolfo que yo juego el segundo tiempo”… Habrase visto eso…”

        Por eso llegaron los merideños Pedro Taco  Zambrano, Huevito Torres, Nando Moreno y Gustavo Tavo Trejo con experiencia en el profesional, éste último en el Deportivo Portugués, considerado por Villafañe, el mejor defensa central que vio en nuestro fútbol.

        Así mismo, recogió los jugadores que otros equipos desechaban, criollos y extranjeros que por “mala conducta” no les abrían cupo en los otros cuadros.

        “Una vez Luis Volpe me invitó en Sabana Grande a tomarnos una botella de whisky para hablar de Zamora. Entre sus preguntas una me causó gracia. Me dijo: “Lindolfo, cómo has hecho para armar un equipo con tantos bandidos?”. A lo que yo le respondí riendo: “… es que yo soy el jefe de los bandidos”, jajaja…”

        Lindolfo había practicado el boxeo y más de una vez como gerente del equipo tuvo que poner orden con sus nudillos, lo reconoce. Aunque los muchachos con los que conserva vínculos hoy en día, muchos de ellos lo siguen llamando “papá”.

        Cuarenta años más tarde va muy poco al estadio, porque en una oportunidad unos “barristas” lo amenazaron de golpearlo por sus fuertes críticas en prensa escrita y radial a los dirigentes actuales del blanquinegro, por lo que sólo ve a “su Zamora” por televisión. Es “madridista” y seguidor de los Leones de Caracas en nuestra pelota y tiene un ojo clínico cuando ve a un joven futbolista dar sus primeros pasos.

        Hoy escribe su propio libro de los inicios del Zamora y tiene una Fundación que busca sembrar el fútbol en escuelas agropecuarias en el interior del estado, a la vez que redacta los estatutos de lo que ha llamado “Guardianes de la Zamoranidad”, un grupo que busca preservar la filosofía ética con la que se creó la “Furia Llanera” y que hoy se ve avasallada por el mercantilismo que priva sobre el talento hecho en Barinas.


Luis Edgardo Aguilar Angulo.

Odontólogo y periodista barinés nacido el 28 de junio de 1965, dedicado al fútbol desde los 20 años como redactor de notas, comentarista radial y televisivo. Editor de portales web y asesor de medios en clubes profesionales en su estado. Incursionó en la promoción y representación de los nuevos talentos barineses. En 2012 publicó «Sueños de Carajito, 35 años de una pasión», dedicado a la historia del Zamora. Actualmente impulsa en los medios a los clubes Hermanos Colmenarez, Próceres FC e Ilusión Naranja de 2a y 3a división.

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