De como rescatar al Fútbol Guaireño del Salitre corrosivo

Tras la reciente apertura de un procedimiento administrativo en la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), soplan vientos de cambio en la Asociación del estado Vargas.

El vicepresidente, Santi Zambrano, asumió las riendas interinamente con el aval de los clubes inscritos ante el organismo local, y está consciente de que el orgullo del fútbol guaireño puede ser rescatado escuchando a todos los sectores.

En los últimos 25 años, el balompié de estas tierras ha retrocedido por la incapacidad gerencial que impide la organización de las estructuras y por supuesto, el desarrollo de cientos de jugadores, quienes todavía nacen silvestremente y sin mayor apoyo que el de la familia, y a veces con la fortuna de un buen entrenador de base.

En este contexto, el fútbol de Vargas se esclavizó a un espiral de magros resultados, atenazado en su posibilidad de exportar talentos hacia los principales equipos del fútbol amateur y profesional en Venezuela.

Ha sido una situación denigrante para una región que ha aportado grandes jugadores a la selección vinotinto de mayores: Frederick Ellie (para muchos, el mejor central del país desde 1965 hasta nuestra época), Carlos “Chiquichagua” Marín, Iván “Tiburón” García, Jonay Hernández, Robert “Bobbie” Ellie, Douglas “Fósforo” Cedeño, César “Guacharaca” Baena y más recientemente, Richard “El Avioncito” Blanco y Yangel Herrera.

La mayoría de ellos fueron forjados en canchas casi siempre abandonadas, pero donde se cimentó el prestigio del jugador guaireño.

Nos referimos a los rectángulos de la Policía Naval, la Aviación, El Pavero y la del Polideportivo José María Vargas, esta última sede actual de Varguenses FC, equipo que participa en la Tercera División.

Varguenses FC, sin el apoyo de la dirigencia anterior de la Asociación de Vargas, tuvo que hacer valer su legalidad y aspiración deportiva ante la FVF. De ahí que su muchachada hoy pretenda catalizar el movimiento telúrico del cambio, pues, al menos, en su disposición quedaron atrás las frustraciones de Atlético Vargas, Parroquianos FC y Pellícano FC en segunda y tercera división, respectivamente.

 

Silencio cómplice

Asimismo, con el silencio o la omisión en la denuncia, la cancha de El Pavero, en Macuto, ha sido ocupada desde el año 2012 por maquinarias e insumos de la construcción del estadio de béisbol de los Tiburones de La Guaira.

No está mal que la obra culmine algún día, pero sí es reprochable que se haya hecho mutis para reclamar los históricos espacios de esta disciplina en ese lugar.

En ese Pavero destacaron infinidad de jugadores que formaron parte de distintas selecciones vinotinto, clubes profesionales y aficionados, como Patrick Ellie, Edgar Bolívar, Manuel “Cebolla” Borges, Mario Bolívar, Heatkliff Castillo, “El negro” Yrasque, Deiby Rodríguez, “Compota” Rojas, Gregory Landaeta, José Pacheco, Miguel Navarro, Samir Badra, José Luis Cayvet y Leibis Pinto.

Y qué decir de la epopeya del Central Madeirense, bajo el mando de Manuel Plasencia, a mediados de los años 70 en el Torneo Ibérico: Willie Yrigoyen, César “Revolcao” Granados y Juan Requena, entre otros.

En el mundillo del balompié nacional, también se recuerdan las maravillas técnicas de los guaireños que guió “Tiburón” García como seleccionador de Venezuela en el Suramericano Sub-20 de Paraguay en 1985: Gonzalo Mayora, Elio Vivarini, Ramón Aguilera y Carlos Rojas.

Pero, ahora, los vientos alisios que desde tiempos inmemoriales han cruzado la bahía El Placer de La Guaira parecieran direccionar el rescate de aquel orgullo perdido.

No se justifica que el fútbol de estas tierras siga a la deriva, con sus jugadores al garete y presa fácil de rufianes vestidos de “agentes de representación”, y lo peor: con el sufrimiento a cuestas de resultados humillantes en categorías inferiores, aficionado y profesional.

Es el tiempo de las rectificaciones, de la masificación adecuada, la unificación de criterios de directivos de la Asociación y los equipos, de regularizar la relación jurídica de todos los clubes con el ente; actualizar los conocimientos de los entrenadores y los preparadores físicos, preparar mejor a los árbitros, impulsar el desarrollo del fútbol femenino y de playa; asegurar las plataformas tecnológicas de la globalización asociadas a las ciencias aplicadas al deporte y por supuesto, cumplir con la normativa estipulada en Conmebol.

También, esta nueva Asociación debería tender puentes con las autoridades y el empresariado para apoyar la práctica del fútbol desde los más chicos, en escuelas, colegios y sobre todo, en las barriadas, que es donde aparece la mayoría de los distintos, de los que saben con la pelota, de los que no entregan este deporte al mercantilismo ruin.

Hay mucho por hacer y es verdad que estamos en una coyuntura terrible desde el punto de vista Republicano. Sin embargo, el esfuerzo valdrá la pena. El fútbol de aquí se lo merece. Por tanta historia, por tanta gloria, por tanta calidad. Por no morir embalsamado en salitre.

No en balde, en la retrospectiva histórica, La Guaira es la cuna de la libertad americana.

 

Rafael Lastra Veracierto: Periodista guaireño, egresado de la Universidad Central de Venezuela. Reportero de los diarios Meridiano (1993-1997), El Universal (1998) y El Nacional (1999-2004), además de corresponsal en Venezuela del diario A Bola de Portugal (1995-1998). Editor del blog Vinotinto Orbital (www.vinotintoorbital.blogspot.com)