Cuca Aceros: El Chapulín que vino de Colombia

Que se refieran a él como el único jugador nacido en Bucaramanga presente en un Mundial  y que su nombre se exponga como candidato para rebautizar al estadio de su ciudad, habla de la dimensión de Herman ´Cuca´ Aceros.

Colombia lo inmortalizó entre sus héroes deportivos por aquella gesta magnífica y espectacular del Mundial de Chile 1962, cuando motivados por la batuta del gran maestro argentino Adolfo Pedernera, lograron remontar la cuesta y empatar un memorable juego a 4 goles ante la Unión Soviética.

´Cuca´era el más joven  de la generación de “Caimán” Sánchez, Marino Klinger y Maravilla Gamboa, entre otros atrevidos del floreciente balompié neogranadino a partir de la época del Dorado.

Y no era para menos, porque le metieron 4 al mítico Lev Yashin, la “Araña Negra, el mejor portero del mundo en su momento y hay quienes piensan que de todos los tiempos. ´Cuca´  hizo el primero en aquel juego en el que,  igualmente.  se anotó el único gol olímpico, de Marcos Coll,  en la historia de la cita ecuménica.

A ´Cuca´  lo tuvimos en Venezuela con Minerven y Mineros de Guayana. Llegó de su país, precedido de esa aureola sencilla de los grandes por oficio, sin aspavientos ni poses. Un personaje salido de la caja de un mago, como un conejito, saltarín y vivaz,  por todo lo que había significado el fútbol en su vida, siempre un fiesta.

Vino a enseñar con sus verdades descomplicadas, a hurgar, entre la fibra guayanesa,  prospectos para nutrir el primer equipo. Logró en Minerven y Mineros darle sentido a sus fuerzas básicas, con equipos sub-20 de los que promovía jugadores sin vuelta atrás, luego que hacían el grado. Trajo siempre importados colombianos y sureños de muy buen talante personal, que lo veían como a un padre y mejor amigo.

Estuvo apoyado siempre por su hijo Gustavo -que se quedó viviendo en Valencia-,  un excelente profesional de la preparación física, que  era su escudo en los momentos en que la situación no estaba para bromas.

Y de Cuca,  lo mejor fueron siempre sus chistes y anécdotas, lo que le permitía crear una atmósfera familiar en sus equipos,  que jugaban sueltos, inspirados por su palabra maestra. Cuando alguien refunfuñaba por la mesada a destiempo o el incumplimiento de algún beneficio, sacaba una broma de su repertorio consolador.

En tanto, Gustavo   perdía su peculiar carácter firme con una frase disonante…, “vaya a quejarse a la Liga, mijo”. Y no había mejor queja que estar punteros en la tabla ,  muchas veces peleando el liderato, hasta con 2 y tres meses sin la efectiva paga.

A ´Cuca´ lo imagino en sus últimos años en su ciudad natal, al calor de los recuerdos, compartiendo con sus amigos del barrio, relatando sus travesuras en la cancha. En especial,  cuando burló con las fintas de su diminuta figura de Chapulín,  todo el dispositivo de los gigantes rusos y comenzó a la labrar el camino de un resultado increíble. Tanto,  que aquella sigla CCCP, en las camisetas de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas,   pasaron a traducirse en la joda colombiana como,  “Con Colombia Casi Perdemos”.

Y de técnico, debió estar entre sus cuentos favoritos, la vez que lo enviaron a crear escuelas y trabajar con los talentos de la caribeña Santa Marta, la tierra del ´Pibe´ Valderrama. Terminó rechazando el encargo porque no había forma de sacar de la playa a los “pelaos”  que jugaban descalzos todo el día  en la arena. Y así,  se regresó  con todos sus macundales frustrado a Bucaramanga.

Siempre sonriente, afable,  y dispuesto a la conversación. Todos celebramos haber conocido a este señor, que nos hizo entender que el fútbol hay que disfrutarlo a partir de la alegría.

“Cuca”, por siempre.

Por: Carlos Dickson Pérez